Instituto Francés

Es verdad que, tal y como comentar Ana S, los camareros de este sitio son bastante de «disculpa, disculpa, DISCULPAAAAA». Pero no es menos verdad que eso no hace que el sitio esté realmente bien, o al menos yo sí salí francamente encantado, incluso aunque la cocacola viniese de parte de un botellón de dos litros (que esta vez sí que parecía que estaba recién abierto).
Pero vamos a lo que importa y a lo que realmente fuimos allí, que es a rellenar la andorga. Lo primero, bien por las frascas de agua. Aprecio mucho que en un restaurante me pongan una frasca de agua con la comida, porque generalmente, aunque beba otra cosa, siempre me gusta beberme un par de vasos de agua al principio o al final de la comida, y a veces no lo hago porque me da vergüenza pedir agua del grifo. Eso por no contar la infinidad de veces que he pedido «una cocacola y un vaso de agua» y al traérmelo, el vaso de agua se ha materializado en una botella de agua de 3 €. Pues aquí no pasa eso: como buen francés (o de inspiración francesa) la frasca de agua en la mesa es obligatoria. Y yo lo celebro.
Luego está el tema de que el menú está a 11 €, lo que está bastante bien para la zona… sobre todo viendo la comida que ponen. La crema fría de pepino estaba espectacular (y eso que a mí el pepino no me gusta demasiado, pero es que me supo a gloria). Tan a gloria que, si no hubiese estado metida en un elegantísimo cuenco, me habría bebido el culillo sin más. Por Dios, ¡qué cosa más deliciosa!
De segundo mis acompañantes pidieron una ensalada Margot, que tenía una pinta excepcional. Yo me lancé a por el bacalao ajoarriero, porque entendía que era el plato «sano» del menú. Pues bien, el plato sano del menú lleva bien de patata, aceite y huevo, así que cuando llegó me quedé picueto porque yo buscaba algo bajo en grasas. Claro que fue hincarle el diente y que se me olvidase todo, hasta mi nombre. Por favor, estaba espectacular. Y si lo comparo a la calidad de la comida que suelen tener los menús del día estaba… INCREÍBLE. Cocina cinco estrellas como menú del día. Eso no se encuentra todos los días.
Estoy deseando volver.

Solo voy a comer a la cafetería los viernes porque el resto de la semana es imposible sentarse. Tiene una terraza maravillosa que a partir de la primavera merece mucho la pena. ¡Da gusto comer al aire libre!
Tiene un menú del día bastante rico y elaborado, con ingredientes de buena calidad y cantidades abundantes. Me encantan sus cremas y purés (hasta el gazpacho les sale bien) y las carnes. El menú cuesta 11 euros así que no está nada mal para la zona.
Pero tiene un grave problema: los camareros son UNOS BORDES de tomo y lomo. Parece que les debieran y no les pagaran. Un día habíamos reservado para 5 y fuimos 6 y nos trataron fatal toda la comida. Son además de esos camareros a los que hay que llamar todo el rato para que te tomen nota o se den cuenta de que existes porque pasan de ti. Es una pena porque el sitio está muy bien pero a veces se te quitan las ganas de ir. Por este tema le he quitado una estrella.
Y le he quitado otra porque la coca cola es de botella de 2 litros entonces muchas veces te toca sin gas, un asquillo.

Que bien lo hacen. Es un verdadero templo cultural francés, y organizan aparte muchas actividades que no son clases, y muchas de ellas son gratuitas. Tienen un pequeño cine donde proyectan pelis geniales, para los de allí gratis, te pueden invitar y sino la entrada son muy pocos euros, y dan conferencias y hacen exposiciones. Merece la pena conocerlo y estar al loro de su programación.