Aunque esta es una cadena bastante conocida en el Levante español, que yo sepa, este es el primer establecimiento que abren en la ciudad de Madrid. Y lo cierto es que, en un paseo de sábado por Madrid Río, bastó con que una chica que estaba repartiendo publicidad de esta nueva apertura mencionase las palabras«horchata» y «artesana» en la misma frase para que yo saliera prácticamente disparado a la entrada de este local con la clara intención de hacerme con un buen bote de este preciado líquido del que me pasaría bebiendo todo el santo verano. La horchata salió de una especie de máquina gigante que no paraba de moverla, pero pese a mis reticencias le doy aprobado con nota. Lo que me hace poner cuatro estrellas como cuatro soles a este sitio son los fartons. Yo entiendo que los madrileños, en nuestra mayor parte, el farton que conocemos es el farton Polo, que está bastante rico pero no deja de ser un mazacote importante. Los de aquí no sé de dónde han salido, y si tengo oportunidad entraré y preguntaré, porque eso era un farton de 10. Como los de verdad de la buena que se compran en las panaderías de valencia, que se mojan en la horchata y se la chupan toda, y que además se deshacen en la boca. No había probado cosa igual en Madrid, de verdad.