Kimbumbu

Africano… ¿de qué pueblo?
Otro restaurante más en el que acabo de carambola. Esta vez porque era el único que encontramos en el que con tan poca antelación -¡20:30!- reservaban mesa para un grupo tan grande. Ocho personas. La gran mayoría navarros por lo que el grupo parecía aún más grande.
Se trata de un restaurante muy bonito en tonos oscuros y madera. De los pocos a los que he ido últimamente en que han hecho un esfuerzo con la decoración y no es igual que todos los restaurantes mezcla de rústico y post-​industrial con sillas de metal pintadas de colores pastel. Hay mucho trabajo en madera, esculturas y tallas, además de muchas plantas y fuentes. Ojo, tampoco es el apoteosis de la finura y la politesse, que es de mantelitos individuales de papel y servilletas del mismo material.
En cuanto a la cocina el restaurante se define como «africano». Así, en general. África, ese pueblo chico y uniforme. Es como si un restaurante se presentase como «europeo», por lo que hay que tener claro que no se va a comer nada de verdad auténtico. Pero no se come mal. Todo parece exótico, pero no muy exótico. Perfectamente apto para llevar a tus padres porque básicamente se trata de una serie de entrantes entre los que quizás destaquen unas croquetas de pescado y las ensaladas. Los segundos también convencionales, un par de guisos de ternera, un cuscús, un par de platos de pescado.
La comida está buena y el sitio es bonito y barato (creo que salimos a veintipocos leles por cabeza, puntazo).

Este restaurante lo descubrí por casualidad, una temporada en la que estuve trabajando por la zona centro. Me llevó una amiga y yo me quedé sorprendida, porque era la primera noticia que tenía de que hubiera un restaurante africano en Madrid.
Nada más entrar ya se va notando el ambientillo africano: las mismas puertas, de cristal y enormes, tienen unos tiradores en forma de tótems. El resto de la decoración es de ese mismo estilo, con estatuas, tapices en las paredes y objetos de madera repartidos por allí. Además, las camareras llevan una especie de kimonos (no sé cómo se llamará el kimono africano) que quedan muy propios. Todo esto acompañado de una música muy chula, en plan tambores, palmas y similar. Las mesas me hicieron mucha gracia porque son como cajas. Me explico: parece que no hay sillas pero no es así. Cuando vas a sentarte, te encuentras con una especie de caja enorme, y las sillas están camufladas debajo. Sólo tienes que tirar del respaldo, como si fuera un cajón, y al arrastrar la silla «aparece» el hueco de debajo de la mesa.
No tengo ni idea de lo que se comerá en África, aunque supongo que siendo un continente tan grande, allí debe de haber prácticamente de todo. El menú es bastante variado, y nosotros pedimos para compartir unas croquetas (que eran como el triple de grandes que las de aquí), unos panecillos de maíz y una ensalada de manzana con cebolla caramelizada y salsa de aguacate. Y mi segundo plato fueron unas brochetas de emperador con piña, que estaban de muerte. El postre fue un antojo que me dio al verlo en la carta: natillas de plátano, buenísimas por cierto. Y una cosa que me resultó bastante curiosa fue que nos dijeron que no tenían café…
El precio al que salimos fue unos 17 euros por persona, que no es que sea para ir a comer allí todos los días, a no ser que quieras salir rodando porque la comida es bastante contundente. Pero para darse un homenaje de vez en cuando, creo que está bastante bien; yo ya he repetido…

Caminaba yo sin destino ni dirección cuando la llamada de los tam-​tams africanos me condujo mágicamente hasta este restaurante. La verdad es que llama la atención desde fuera y la decoración y el mobiliario es espectacular con unas mesas increíbles que esconden las sillas en su interior y unos agradables espacios para sentirse acogido por la magia del continente salvaje.
Debo decir, no obstante, que me gustó más el local que la comida. A ver, que no es que esté mal, pero con tan buena presentación, con esos nombres y sugerentes ingredientes en la carta pues te esperas una explosión de sabor en tu boca que luego pues no es para tanto.
Pero oye, que comer se come bien. De los primeros me gustó mucho un puré de patatas con maíz y guisantes y de segundo las gambas con batata estaban bastantes buenas, eso sí, venían cinco (contadas) pobres gambitas en un pincho moruno y luego bien de batata-​boniato como guarnición.
El servicio estuvo atento y correcto, con mucha paciencia para explicar todos los platos y aclarar dudas.
Conclusión: está bien, mola para hacerte el interesante con una cita, pero es de esos que tampoco impactan gastronómicamente. Correcto, un tres estrellas, una cosa mona, un ok pero no un wow,

Si quieres sorprender a alguien, este es el lugar adecuado. Ambientación alucinante y comida inmejorable. Un lugar como pocos.

Increíble. Fui con un grupo de señoras y pedimos el menú degustación y fue impresionante — 5 primeros cursos de diferentes ensaladas frías, 5 segundos platos de carnes diferentes y 4 postres con café o té. También se incluyen las bebidas — 2 refrescos o 1 botella de vino por 3 personas. Todo por 21 €! Muy recomendable y un retorno definitivo.
Amazing. I went with a group of ladies and we ordered the tasting menu and it was impressive — 5 first courses of varying cold salads, 5 second courses of varying meats, and 4 desserts with tea or coffee. Also included drinks — 2 refreshments or 1 bottle of wine per 3 persons. All for 21 €!!! Highly recommended and a definite return.

El primer restaurante de comida africana que he probado ha sido este, y la experiencia me ha gustado mucho. Me encanta la decoración, te sientas en una especie de armarios y las sillas son los cajones, muy mono y colorido.
La comida está estupenda y a muy buen precio. Nos dejamos aconsejar por el camarero, ya que ninguno habiamos probado este tipo de comida antes y la verdad es que todo perfecto, me encantó la ensalada de papaya, con aguacate, espinacas y cacahuete, el atado de pescado en hoja de plátano y el futari, que es calabaza con leche de coco.
El mokimo, que lleva guisantes, patata y maíz no me gustó tanto, pero a mis acompañantes les encantó.
Totalmente recomendable para los que aman los sabores exóticos y no se asustan ante la comida desconocida.

Este es el único restaurante africano que conozco en Madrid, la verdad es que no tengo ni idea de si es el único. o el único que merece la pena y por eso me lo recomendaron.
Lo mejor del restaurante es sin duda su decoración, con volcanes, cajones de latón que son las mesas o las esculturas traídas de Malí.
Como veis, una decoración muy étnica y que no deja lugar a dudas de el tipo de restaurante del que se trata.
En la carta destacan las verduras sobre todo. con una cocina africana a la europea. Entre sus especialidades destaca un pastelillo de maíz con alcachofas que no se como se llama y la fritada de calabaza con cacahuetes y leche de coco.

Un increíble restaurante africano en el corazón de Chueca. El local sorprende por su elegante decoración, de estilo africano pero nada rústico, sino de un diseño muy especial, sobre todo en los muebles. El servicio es correcto y agradable, lo que hoy en día se agradece. La comida es deliciosa y sorprendente, porque la cocina africana no es muy habitual en los restaurantes madrileños. Los platos son copiosos y variados, con muchos ingredientes, frutas y especias que los convierten en un festival para el paladar. Fui a cenar allí hace ya algún tiempo, pero el buen recuerdo que dejó en mi memoria este lugar perdura, así que espero repetir pronto. Si queréis probar algo nuevo y diferente en un ambiente único y relajante, os recomiendo Kimbumbu. Creo que no os arrepentiréis y os quedará una buena sensación durante largo tiempo.

Ni la decoración ni la comida son auténticas, y además es muy caro para lo que te ponen de comer. He escrito más sobre este restaurante en esta entrada de mi blog:

Kimbumbu es un restaurante africano, muy bien ambientado, con una decoración típica africana, con estatuas de madera, tapices
Algunas mesas son grandes en las que te juntan con otras personas (a mi la verdad que eso no me gusta mucho), y son curiosas porque al principio parece que no tienes sillas, pero resulta que las sillas son una especie de cajones que se corren de debajo de la mesa (debe ser para aprovechar espacio), aunque un poco incomodas, porque no tienes donde dejar las cosas (bolsos, abrigos)
En cuanto a la comida, no hay mucha variedad en la carta, pero los primeros platos tenían buena pinta, y la ensalada que pedí estaba buena. En cuanto a los segundos, el pollo estaba bueno, pero la carne que me pedí no me gustó para nada, estaba llena de nervios y no había quien se comiera eso, pero en fin, mi intención era probar algo nuevo aunque luego no estuviera todo tan bien como esperaba.

Beau décor. Mélange savant des cuisines de toute l’Afrique. Prendre le menu dégustation très abondant. On vous sert tous les plats de la carte (7 entrées, 10 plats, 5 desserts). C’est bon et vous en aurez pour votre argent: 20 EUR boissons non comprises.
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