La Taberna de la Copla

Típico bar de toda la vida para tomarte unas cervezas y para cenar de picoteo. Eso sí, para cenar sentados siempre es mejor reservar con un día de antelación, porque siempre está hasta la bandera. Los precios son bastante asequibles y los camareros muy simpáticos. Bastante recomendable para empezar la noche.

Una taberna de las de antes con una muy buena atención, precios buenos y en pleno centro, decoración muy andaluza en el sentido del arte de la copla (no esperaríais otra cosa con ese nombre, ¿no?).
Un lugar interesante para ir a tomar algo justo antes de una obra del Teatro Lara ya que está muy cerquita.
Las tapitas que parecen caseras estaban muy ricas y las cañas fresquitas y relativamente bien tiradas.
Seguramente volveré por este lugar, eso si, en fin de semana debe ser difícil pillar mesa ya que es pequeñito.

Situado a un par de minutos de la Calle San Bernardo, en una de las múltiples bocacalles llenas de negocios variopintos y bares tradicionales reconvertidos en moderneces se encuentra este local, de tamaño aceptable y decoración esmerada hasta tal punto que llega a abrumar un poco.
Lo primero q llama la atención (a mí, al menos) es que no se trata de ninguno de los dos modelos de negocio que abundan por la zona, es decir, ni es un local con velas, paredes oscuras, mesas de diseño y sillas carísimas a la par que incómodas en el que una simple caña te cuesta 3 euros con una tapa de panchitos, ni es un bar de viejos con el suelo lleno de servilletas y en el que los hipsters se entremezclan con los patibularios moradores habituales, sino que es una cuestión intermedia.
El público se compone mayormente de gente madura (no mayor, sino madura, sería interesante teorizar sobre este concepto) y algunas parejas que los treinta ya no los cumplen. No pijo, pero la gente suele ir minimamente arreglada, menos yo, claro, que soy un arrastrao.
A lo que vamos, interesantísima carta de vinos, los hay de todo tipo, D.O., añada y sabor. De precio, pues las copas más baratas están a 2,5 y las más caras a un riñón y parte del otro. La cerveza es Mahou y las tapas (alioli, ensalada, albóndigas.) tienen un sabor maravilloso, pero de cantidad andan algo escasas.
La carta de raciones es tan abundante como subida de precio, por lo que no puedo juzgar este aspecto dada mi precariedad salarial.
En resumen, si quieres ir tranquilamente a tomarte un vino en pareja (en grupo no lo recomiendo tanto, por un tema de espacio) si no tienes ninguna pretensión de acabar alcoholizado esa noche y si el bolsillo te acompaña, puede ser un buen sitio. Lo de verme allí a mí, será algo más raro

Una visita al local con el estómago a modo feroz porque ya era tarde para cenar supone un punto de partida interesante a tener en cuenta en toda valoración. Y comencemos por ese apunte, una hora tardía que tras lograr encontrar un sitio luchando por sobrevivir en nuestro paso a través del local (porque había mucha), conseguimos encontrar un apartadito, ¿dónde sino?, AL FONDO A LA DERECHA…, nos dieron de cenar, eso da puntos. Lo demás, unas cañitas, ambiente y unas raciones para aderezar. Pedimos calamares (muy escasos), croquetas (buenas pero pequeñitas), setas empanadas con ali-​oli (aceptable), y huevos rotos con jamón (buenos pero el jamón…) Eramos cinco y fueron unos 10 euros por persona, así que no está mal. Justo al lado esta la Casa del Pez de los gin tonic, así que si quieres continuar no tienes que moverte mucho.

Lo que más me gusta de este sitio es la colección de fotos de la pared y el aspecto general que le han dado al local que resulta, sobretodo con luz natural, bastante fotogénico.
En verano y a primera hora, La Copla es un lugar de lo más agradable: con poca gente y las puertas abiertas para que el aire entre a través de las plantas que reciben a los visitantes. Sin embargo, ahora que es invierno, suele estar lleno y creo que puede haber opciones mejores. De todos modos, no deja de ser un lugar original digno de ser visitado al menos una vez en la ruta del bebercio o del aperitivo o de lo que se tercie.
Con las consumiciones suelen ponerte alguna ración generosa que acompaña, pero ninguno de los pareitivos que he probado me han parecido buenos. Sin embargo, la comida que puedes consumir en este local está mejor que normal. Yo pedí una tosta de pan tumaca (cómo no) y, aunque tardó en llegar, estaba de muerte. No hay que despreciar tampoco la tortilla de patata, ojo. El precio también es razonable.
El único pero que le pongo es su extraño horario: muchas veces he tratado de ir y me lo he encontrado cerrado, tampoco he investigado el por qué, pero sí que me ha parecido extraño.

El otro día era el cumpleaños de una amiga que vive muy cerca de aquí, y después de estar visitándola a ella y a su hijo recién nacido, nos apetecía un poco más de sarao, así que bajamos y nos apoltronamos en la barra de este curioso local al que, por cierto, yo no había venido nunca en la vida.
Pedimos dos vermús y dos cañas. El vermú venía en vaso de tubo, y con mucho hielo para mi gusto. Además lo pedí con sifón y no tenían, así que fue con Casera. Que se parece, obviamente, pero no, no es lo mismo.
El sitio, un lugar de tapas en Malasaña, no está mal. Eso sí, tanto la decoración como el ambiente son un poco una rara avis en el barrio, pues se alejan del tema hipster, vintage, etc. y se decantan más por fotos de Lola Flores, Rocío Jurado y Juanita Reina en las paredes.
Y anda que no es divertido estar con tu amigo coplero y jugar al quién es quién.

Llegábamos de la mano de una habitual del local cuando vivía por la zona, pero me temo que los dueños han cambiado. El local sigue teniendo la decoración y el encanto de antaño pero para los que lo conocéis me temo que la carta igual ha variado un poco.
En cualquier caso todavía no os puedo hablar de ella porque la estaban imprimiendo: P. Lo que si os puedo recomendar de lo que tomamos fue la ración de chorizo al vino (el puntito picante fué lo más) y la morcilla de Burgos. El bacalao ni acercarse. Y es que no sé si me está haciendo mucho daño lo de Pesadilla en la cocina, pero algo tiquismiquis con la cocina si que estuve: P.
Volveremos para comprobar si los nuevos dueños mantienen no solo la apariencia del sitio sino la calidad del negocio: D

Ayer estuve tomando una caña mientras escuchaba a Doña Concha Piquer cantando Suspiros de España y deslizaba la vista por las fotos de artistas que cuelgan de las paredes, las viejas radios y unas tinajas pintadas con unas figuras que me recordaron a las de la fachada de la Casa de la Panadería.

Yo viví en esta calle muchos años, y recuerdo este sitio con especial cariño, para beber cañas y vinos y porque lo regentan una pareja de hombres talluditos, graciosísimos y encantadores que me aplaudían cada San Isidro que bajaba yo la calle e iba a verles vestida de chulapo…
Tienen las paredes llenas de lo más grande de la copla. Muchas cosas del sur.

Este bar me encanta. Cuando consigo escapar con mis amigos de los brazos de Lavapiés (a veces nos sentimos como personajes de perdidos, incapaces de abandonar la isla) para saltar a otros barrios, Malasaña suele ser nuestro segundo destino, siempre aterrizamos en la Copla.
Aquí los brazos son más gráciles, dibujan arabescos en el aire. Como el nombre del bar indica, estamos en el territorio de Juanito Valderrama, Doña Concha Piquer, Rocío Jurado, Marifé de Triana, Antonio Molina, La Pantoja, Imperio Argentina.
De todos ellos podrás ver fotografías enmarcadas en las paredes. La decoración del bar, por este motivo, vendría definida en las guías de turistas extranjeros como pintoresca.
Nosotros nos tomamos dos o tres cañas y solimos pedir raciones de bravas y croquetas. Lo que más me atrae del bar es la estética, el ambiente de otra época, no vengo por la generosidad de las tapas ni por sus raciones.
Abajo hay una planta para el copeteo nocturno, pero yo siempre me quedó arriba, sentado en una de las mesas junto a los ventanales que dan a la calle.
Quizás veas algún día pasar a una de las mayores copleras de Madrid por delante del bar. La ESPE, sí, la niña de la gaviota, tiene su residencia por aquí.

Que no os engañe al entrar si parece que está muy lleno porque abajo tiene otra planta mucho más grande que siempre está vacía.
Es un sitio en pleno centro de Malasaña perfecto para empezar bien la noche (otra cosa es como acabes. Tomar unas cervezas y vinos con unas tapas.
Los dueños osn bien majos pero nunca están, la camarera… por educación prefiero no hablar de ella, pero si le pillas en un buen día será muy maja.