La Taberna de Quevedo

Llegue a este lugar porque a donde quería ir estaba lleno, y me pareció bastante amigable ya que era una noche de verano y había varias mesas afuera con comida que llamaba la atención. Me senté en la terraza del lugar, la noche estaba perfecta para disfrutarla al aire libre, enseguida vino un chico a traerme el menú y rápidamente elegí unas papas bravas con huevos rotos y unas mini hamburguesas con diferentes carnes, que estaban increíbles.
La atención siempre fue rápida, la comida no tardo mucho y la relación precio-​calidad estaba bien. No me arrepentí ni un minuto de haber elegido ese lugar en vez de esperar en el otro!

Es mi sitio favorito en la zona (por delante de las cervecerias de General Cisneros).
Buenas cañas y tapas, de los mejores de la zona
No os vayáis sin probar los choricitos a la Sidra (no pueden estar tan buenos)

Un sitio bastante recomendable para desayunar sobre todo si lo que te gusta es un buen desayuno a base de huevos fritos con bacon junto con un café o zumo de naranja. Sale por unos 2.50 € aproximadamente.
En cuanto a la cocina está bien ya que cuenta con variedad de platos, raciones de patatas, boquerones en vinagre, no intentes buscar un restaurante de mucha categoría ya que este no lo es.
En cuanto al servicio nosotros debe ser que no tuvimos mucha suerte, ya que cuando fuimos un día a tomar el aperitivo, el camarero que nos atendió debe ser que tenía un mal día, ya que al servirnos las cervezas la derramaron completamente encima de uno de nosotros. Lo peor fue que además de poner cara de perro nos la quería cobrar. Suelen tardar demasiado en atender, si no tienes prisa, entonces sin problema.

Cada vez que como en esta taberna, pido que no haya mucha gente en el salón, ya que no es demasiado grande y normalmente con poca ventilación, por lo que suele ser un poco agobiante, sobre todo si vas a partir de las dos y media de la tarde, ya que ya estará lleno y será un poco incómodo.
¿Por qué voy a comer aquí?, pues bien, por que el menú es bastante asequible, unos 9.50 euros, y porque tiene unos ocho primeros y ocho segundosdonde elegir, además son bastante rápidos, por lo que se puede comer perfectamente en una hora.
La comida está bastante bien cocinada, sobre todo la paella, y los pasteles de atún que suelen hacer, también hacen uno de puerro que está muy buneo. De segundo, suelen hacer solomillos con salsa de queso, que también merece la pena probar. Los platos son bastante grandes, por lo que es difícil que te quedes con hambre, y los postres suelen ser caseros, están muy buenas las natillas.
El trato es bueno, ya que el camarero es muy agradable.
Si no quieres comer en el salón, siempre lo puedes hacer en la zona de la barra, ya que tiene barriles con sillas donde te puedes sentar, lo que pasa es que es un poco estrecho y estarás más incómodo.
Se puede pasar a comer sin problemas si pasas por ahí, ya que te tratarán muy bien, y saldrás sin hambre.

Entiendo que esta modalidad de espectáculo culinario no es muy ortodoxa, pero si os decidís a comer en el salón al que pertenece la barra presenciaréis un festival de golpes y coscorrones que, si compartís nuestro humor, os alegrará la comida.
El caso es que la entrada al local, no sabemos si por una cuestión de ruidos, de corrientes de aire o de mala baba de quien la diseñó, presenta una especie de doble puerta para su acceso al mismo. Hasta ahí todo es habitual entre nuestros bares. Lo especial de esta taberna es que su pequeño hall de acceso esta construido en cristal y para superarlo uno debe girar a la izquierda y abrir una segunda puerta. En resumen, que como siempre hay uno despistado, otro es corto de vista y ese cristal está más limpio de lo que debiera, el festival de trompazos suele estar asegurado.
Además, su clásico menú y sus raciones son de los más ajustados en cuanto a precios populares de la zona. Si alguien es especialmente sensible a los golpes, o no es capaz de aguantarse la risa discretamente, el local dispone de otro salón en su planta inferior.