Olivares

¡Y que no haya escrito yo todavía del mítico Olivares! Es uno de esos sitios en los que me he criado como persona y ser humano y se me había pasado por alto. Menos mal que una visita reciente con Claudia R. y su posterior reseña me han recordado que tenía que escribir LLYA.
La competencia directa del Docamar, así de claro, aunque con diferencias, más que nada visuales, ya que estamos hablando de un bar que parece una máquina del tiempo, no ha cambiado nada desde su creación, allá por los años 60. Con las bravas y el vermú como bandera, es imperdonable no conocerlo y aunque la cocina no tiene nada que ver con la de su competidor, aquí podemos degustar unas raciones de las que quitan el sentío.
Ojo cuidao, los fines de semana se llena de gente del barrio y es muy complicado encontrar sitio, incluso cuando sacan la terraza, pero eso sí, hay que acercarse, porque un buen vermú Reus siempre es necesario.

Mítico, mitiquísimo, tan mítico que es ese típico lugar al que no le han cambiado la decoración desde su apertura, esto es, en el año 1960.
Con barra infinita de esas de toda la vida, máquina tragaperras, suelo batallero y algunos taburetes, lo que más me gustó del local fue que es todo ventanal. El sol flojo del invierno entraba por los cristales, me daba en la espaldita mientras degustaba bien a gustirrinín ese gran vermú. Un vermú de grifo (2,10 €) con su aceitunita pinchada y un aperitivo en forma de banderilla rica con anchoas.
Hugo G. (el que me descubrió este gran sitio) lo denominó como uno de los bares que un madrileño tiene que visitar una vez en la vida y, después de ese aperitivo, lo corroboro. Además, me ha contado de que en primavera-​verano sacan una terracita al lado del parque en la que se está la mar de bien, ¿a qué esperas para hacer una ruta de bravas y vermú por la zona?

No me extiendo:
Las cañas mejor tiradas (y confieso que he probado muchas…) que he visto en mi vida.
Uno de los 5 (por poner un número que no levante polémicas, para mí es el tercero mejor) mejores sitios de bravas de Madrid.
Chema, el dueño, es de los tíos más majos y más buena gente que me he echado a la cara. Aparte de opiniones personales, tiene el local súper bien atendido.
La terraza en verano, el paraíso en Madrid.
Por último, una filia personal… Esos pinchitos que pone de tomate, aceituna y cebolla, como si fuese una banderilla. Os sorprenderá como algo tan simple puede estar tan bueno.

Un sitio único por sus bravas y su terracita de verano.
La gente del barrio sabe que esta zona a partir de mayo está hasta arriba y esquiva los horarios masivos para sentarse a tomar unas bravas cuya salsa situaría muy decentemente entre el famoso Docamar y la de patente registrada de las Bravas. Realmente en el podio.
Resulta muy agradable tomar unas cañitas con buen tiempo. En invierno el interior se me antoja agobiante y pierde bastante gracia, pasando a ser un bar de barrio más, eso sí te pides una de bravas y te olvidas un poquito de que aún falta para que venga el solete.
Pasar por lo menos una vez en la vida e incluir en la ruta de las bravas.