Después del concierto teníamos hambre y pocas ganas de andar. El Burger tampoco era una opción, con lo que buscamos un poco y encontramos este pequeño restaurante recomendado en internet por la calidad de sus pizzas. Era tarde y les quedaba poco tiempo para cerrar, pero nos atendieron sin problemas. Pasado el pequeño espacio con una barra y cajas de pizza para llevar, atravesamos un largo pasillo para sentarnos en el comedor, decorado como un pueblo más español que italiano(lo digo sobretodo por el mural que lo decoraba). El menú, apuntado en pizarras sobre las mesas era bastante amplio y las pizzas oscilaban entre los nueve y los doce euros siendo de un tamaño más que aceptable. Pedimos una margarita y una marinara(de tomate aceite y ajo), esta última no sabía que existía y me flipó a pesar de su sencillez. Llegó todo a tiempo y estuvimos tranquilas incluso después de que el cocinero cerrara el horno y se fuese a casa. Como puntos negativos está el hecho de que nos sirvieran botellas de agua en lugar de una jarra(¿ por qué hacen eso en Madrid??? ¿ por qué?) y el que una de las pizzas estaba bastante quemada por debajo. Creo que se debió a la hora que era y aún lo considero un sitio aceptable, así que habrá que volver para comprobar que sólo tuvimos mala suerte.