Es una peluquería de barrio que yo conocí cuando fui a acompañar a una de mis amigas que viven por la zona a cortarse el pelo. Mientras ella se cambiaba el look yo la esperaba observando y pasando el tiempo entre revistas de cotilleo. Es un negocio familiar, lo lleva un matrimonio, la mujer es la peluquera y el marido se encarga de todo el tema administrativo. Según me contó mi amiga llevan mucho tiempo en el barrio pero como ahora están teniendo mucho éxito han abierto un segundo local de estética. Por lo que pude ver, los precios están bastante bien… nada que ver con alguna de las peluquerías que te puedas encontrar por el centro. Lo que más me llamó la atención es que tienen una máquina de café y cuando llegas te ofrecen un café para que la espera se haga más llevadera.