Tate’s

«¿Y ahora cómo desmonto esta excepcional obra de la arquitectura, y la despacho enterita?» es lo que pensaba yo anoche mientras me enfrentaba a la Super Tate’s 400.
Decidí ir con unos amigos porque había oído buenos comentarios sobre esta hamburguesería, y porque llegado el fin de semana, el plan de ingesta carnívora cogía finalmente forma.
El local no me decepcionó en absoluto; ciertamente se le puede catalogar de «recogido», pues no cuenta con gran número de mesas, pero lo que a mí personalmente me encantó, fueron las referencias y distintos elementos decorativos en torno a la Fórmula 1 que había por el restaurante: nueve cajas de madera con el trazado del circuito y demás datos serigrafiados, y pasados por marquetería; azulejos blancos emulando un taller; neumáticos de competición en lo alto de unas estanterías; y en el techo un sector de pista que te llevaba directo a circuitos urbanos como Mónaco.
Aunque lo realmente bueno llegó con la cena, inicialmente con unos nachos, que no son los mejores que he probado, y unos aros de cebolla y tiras de pollo que junto con la salsa barbacoa estaban espléndidos. Mis amigos pidieron las hamburguesas de Presa ibérica y la de Foie de pato; no escuché pega alguna por su parte. Con respecto a la mía, fue como dije antes la Super Tate´s 400 (si, ya que estoy; voy a lo grande) una hamburguesa de 400 gramos de carne de la Sierra de Guadarrrama acompañada de dos tipos de queso fundido, canónigos y un pan delicioso. La carne he de decir que estaba jugosísima, era pegar un bocado y percibir como se conjugaban los sabores de cada uno de los ingredientes en tu boca… GRANDIOSO!
En lo referente al trato, fueron bastante agradables. El chico rubio, con gafas, que nos atendió; se preocupó de prepararnos la última mesa que tenían libre, de 4 personas para los 5 que fuimos. También estuvieron pendientes de que lo que nos estaban sirviendo nos fuese grato.
Lo recomiendo encarecidamente; y sobre todo si eres amante de la Fórmula 1!

Hamburguesas fuera de lo normal! Riquísimas! Yo pedí la de queso manchego y aún me acuerdo de ella. Además el local tiene una buena decoración.

¿Qué hace un chico como yo en un lugar como este (que está perdido de la mano de Dios)? Hasta el PAU de Las Tablas me fui con unos amigos a probar esta hamburguesería dado que el local que tienen más céntrico (porque tienen varios) no abre los lunes. Pero me llevaron en coche, lo que mitiga el dolor del trayecto, y cenamos como dioses, lo que mitiga el resto de males (aunque yo sigo defendiendo que ciertos atracones son para comer y no para cenar).
El local es pequeñito y muy pulcro, pero en la calle tienen una terraza muy tranquila (aunque esto lo da la zona) con espacio para entre 12 y 18 personas, y como dentro quizá nos íbamos a quedar frescos porque su aire acondicionado parece funcionar bien, y teniendo en cuenta que es época de vacaciones en un barrio poco poblado y fuera de horas punta, elegimos el aire libre por su excelente combinación de temperatura y ausencia de tubos de escape.
Lo primero que resaltaré es su atención: son tan educados y serviciales que casi te da cosa pedir nada porque te sientes un poco intimidado. Además puedes pedirles lo que quieras, que si lo tienen te lo ponen, incluyendo el mechero para el cigarro de después de cenar. Nosotros empezamos por pedir bebidas: la cerveza es Alhambra y los refrescos de medio litro, así que empezamos bien. También pedimos el llamado supercombo: alitas de pollo, nuggets de pollo (de los buenos), nachos con mojos varios y salsa agria (aunque también nos habían servido previamente una tapa de estos), aros de cebolla y patatas fritas. No pudimos terminarlo entre tres personas y aún no habían llegado las hamburguesas…
Y hablando del plato principal de este sitio, que he de decir que salió en el momento justo: la carta es bastante amplia, tendrá casi unas 20 hamburguesas distintas de carne de Guadarrama, o de pollo, o de atún… También quiero destacar que trabajan mucho el producto patrio, añadiéndoles jamón serrano o queso manchego, pero también las tienen con sabores de otros sitios, como la mexicana o como la de foie. De hecho pedimos una de estas que, al llevar dicho ingrediente mezclado con la carne (la preparan ellos), tiene un punto extra de jugosidad. Los otros dos, como somos un poquito animales, pedimos la más grande de la carta, llamada Tate’s 400 por su gramaje, y estaba bien buena aunque era ligeramente impracticable sin deconstruir a causa de su altura.
A la hora de los postres estábamos todos que queríamos morirnos del exceso de comida, pero eso no nos detuvo a la hora de pedir una porción de tarta de zanahoria para compartir; yo no las tenía todas conmigo porque en la foto tenía pinta de ser industrial y ya habíamos tenido malas experiencias en el pasado con este apartado en otras hamburgueserías. Sin embargo, temo que volvimos a acertar: jugosa, nada plástica, rellena de pasas y nueces y regada con leche condensada para un punto extra de dulzor, podríamos habernos comido otro trozo y haber muerto de diabetes. Supimos esperar para morir otro día, pero predigo que lo habrá.
A la hora de la receta un precio muy ajustado para lo buenísimo que estaba todo y la cantidad que nos habían servido; yo, sinceramente, quedé encantado, y creo que me pasaré por uno de sus otros locales en cuanto saque tiempo y espacio en el tracto digestivo para ello.

Un nuevo local hamburguesero se abre ante nuestros ojos, con su espacio renovado y su carta recién estrenada.
La verdad es que el cambio de apariencia ha surtido su efecto y ahora tenemos un lugar que mezcla las carreras con la granja ¿locura? pues puede que sí, pero las cosas hechas con gusto quedan bien. Toda la decoración es a base de madera industrial y hay miles de evocaciones a productos de granja y el techo emula un trozo de un circuito de carreras. En serio, es para verlo, mola.
En cuanto a la comida, todos los entrantes y burgers son como siempre, buenísimos. Han introducido hamburguesas por países, como la mexicana o por estilos, como la serranita (fan total), conservando esos panes tan buenos, que se acercan al mollete, pero tostadito.
Los precios son los de todos los sitios, ni caro ni barato y desde luego, me encanta pagar sabiendo que me comiendo algo de calidad, como la carne de Guadarrama.
El punto más débil siguen siendo los postres, lo intentan, pero todavía les queda camino por encontrar la guinda a la altura de las burgers.

Buenas hamburguesas caseras a un precio asequible. También puedes encargar para llevar. Local pequeño pero funcional.