Teatro Fernán Gómez

Fuimos a ver la exposición del Titanic, ya terminada, y la verdad que era impresionante.
He de decir que había cosas que decías «ésto es del Titanic porque lo dices tú, pero podría ser del pueblo de al lado» pero lo que más, más, más me impresionó fueron las historias que te contaban de las personas que iban a bordo… ¡Me pasé la mayoría de la audioguía con los pelos de punta!
Para mi gusto estábamos demasiada gente a la vez, y ya que lo iban repartiendo por horarios, los podrían llenar menos. Y la organización de la exposición en sí un tanto caótica. Eso sí, la audioguía me gustó.
Cuando pongan otras exposiciones también iré a verlas, a ver si el caos era sólo en ésta por aquello de aprovechar el espacio. ¡Pero cuando termine los exámenes! Hora y media de audioguía es mucho tiempo de estudio, aunque para mi, mereció la pena.

Esos lugares de Madrid, gestionados por al ayuntamiento, me recuerdan porque estoy tan enamorado de Madrid. Soy superfan del centro Cultural Fernan Gomez, porque es un teatro donde fui a ver obras de un nivel importante, como La casa de las muñecas, y también porque es lugar de exposiciones muy interesantes, ultima en orden la del TITANIC que fue chulísima!!! Si no también exposiciones sobre James Bond etc…
Adoro que el Centro Cultural de la Villa esté bien ubicado y con aparcamiento por debajo y muchos restaurantes al rededor. Me gustaría que hicieron más publicidad a sus actividades, porque a veces pasa que uno se entera de las cosas a toro pasado, así que o me añaden a un grupo de whatsapp o se pongan un poco las pilas para darse a conocer a lo largo del año.

He ido por primera vez para oír cantar Gospel y la verdad es que el lugar es bastante acogedor y se puede ver muy bien el escenario desde cualquier punto de la sala.
Contras: Abrieron las puertas demasiado tarde lo que ocasionó que hasta que todo el mundo estuvo sentado, la función tuvo que empezar con un poco de retraso.
Los servicios, no puede haber sólo 10 servicios para mujeres cuando se prevé tanta gente en el lugar, por ese motivo se forman grandes filas de espera para poder entrar.

No puedo opinar del teatro ya que acudimos a la exposición sobre el Titanic.
Un poco mal organizada ya que los de las 12 se colaron con los de las 11 y nos tocó entrar con media hora de espera.

Medio escondido en la plaza de Colón, justo debajo de esa gran banderola tan polémica, está el Teatro Fernán Gómez, antes Centro Cultural de la Villa y cueva milagrosa durante mi infancia, por estar oculto tras una cascada. Ahora la cascada ha desaparecido para dar paso a la Plaza de Margaret Tatcher, dejando claro que muchas de las decisiones políticas que atañen a nuestra ciudad son absurdas, pero es algo que no ha afectado demasiado al lugar del que hoy hablo, con lo que no es el momento de hablar de temas tan espinosos.
Aquí he asistido a eventos de diversa índole, como un concierto de samizen hace tantos años que no podría señalar la fecha exacta. La última vez asistí a una adaptación de «El Zoo de Cristal» que, como muchas representaciones, se me hizo larga, pero esa también es otra historia.
La sala principal es muy amplia y tiene unos sillones en los que hundirte cómodamente. Me sorprendió precisamente eso, su comodidad y blandura, porque causaban la sensación de estar en la sala de espera de un viejo doctor. La calefacción, que estaba a tope, y la media de edad del público contribuyeron a este ambiente de aparente siesta y quietud en el que me sumergí durante las dos horas que duraba la obra.
Así, las instalaciones están bien, son amplias y confortables y cuentan con buena acústica y visibilidad desde casi cualquier punto de la sala principal. Ni visité los baños, ni la cafetería, con lo que no sé siquiera si existen. Creo, en definitiva, que es un espacio con posibilidades. Ahora sólo queda que lo llenen con proyectos interesantes, porque todavía no se ha convertido en lugar de referencia en mi agenda y me temo que, aún sin tener que ver, las fuerzas magnéticas que emanan la bandera, Margaret Tatcher y el propio Colón no contribuyen demasiado a la innovación y lo amable alternativo de este teatro, pero eso ya es un suponer.

Nunca me han gustado los subterráneos, aunque hay que decir que, de un tiempo a esta parte, parece que el Fernán Gómez ya no está tan escondido, ahí en los bajos de la Plaza de Colón, dejado de la mano de Dios. No sé si fue la desaparición de las cataratas de la plaza, o que como la escultura de Colón ha pasado a otro sitio y la zona necesita más visibilidad, a alguna mente preclara se le ha ocurrido dar un poco más de lustre al antaño conocido como Centro Cultural de la Villa, que hoy rinde homenaje a uno de los actores más ilustres, carismáticos y fascinantes que ha dado el cine español –por mucho que a algunos les pesase e intentasen arrancarle el nombre al teatro a principios de este año, que ya es tener mal tino – .
Del teatro conozco las dos salas: la principal, que es bastante grande, concebida como un autentico teatro; y la sala 2, algo más vanguardista, en la que el escenario se sitúa en mitad de la sala para ser partícipe de la acción, a modo de otros escenarios similares como las Naves del Español en Matadero. Es esta sala, por su disposición, la que suele acoger obras más irreverentes y especiales, las más modernistas y contemporáneas.
Quizá al teatro le faltan algunos servicios, porque si bien cuenta con una cafetería, el acceso no es nada intuitivo desde la puerta. Vamos, que si te quieres tomar un café o comprar una botella de agua antes de entrar, no puedes hacerlo en el mismo vestíbulo del teatro. Tampoco hay sala de espera: las puertas se abren a escasos minutos de que empiece la obra, así que te toca poco menos que esperar a la intemperie (guarecido por el techo de la misma plaza).
A pesar de estar en un subterráneo, no cuenta con la mayor ventaja (para un teatro) que puede darte un espacio de estas características: hay cobertura móvil, algo que implica que los desalmados que olvidan o no quieren apagar sus teléfonos móviles (o ni siquiera quitarles el sonido) seguirán molestando impunemente a los que hemos ido al teatro. Y lo mismo pasa con los que sacan el móvil solo para mirarlo y/​o mandar mensajes sin ruido aparente, que deslumbran a sus compañeros de butaca. En serio: si no puedes pasarte ochenta minutos sin mirar la pantalla de tu móvil, no vayas al teatro.

Teatro situado en la plaza de colón, un lugar bueno para tener situado un teatro ya que está bien comunicado para irte luego a tomar algo por todo el centro.
Conozco de este teatro solo la sala 2, que es una sala pequeñita donde la actuación tiene lugar casi al lado de uno cosa que hizo que al estar en la segunda fila disfrutáramos aún más de la obra.
La obra que vimos es Excítame, obra muy recomendable sobre la que escribí largo y tendido en mi blog, y que si regresa a este teatro (u otro teatro) más adelante os recomiendo ir a ver.