Esta cervecería es muy pequeña, y yo creo que vive gracias al gimnasio que tiene al lado, la verdad es que al pasar por delante casi no te das cuenta que es una cervecería, porque la fachada es muy pequeña, y además los cristales no son transparentes, sino que son opacos, pero está muy bien, ya que es muy cómodo y muy íntima, y es que al entrar, tienes que bajar como un escalón, entonces la gente desde la calle no te ve, aunque sí que tiene ventilación. No da menús, aunque sí que hace platos combinados por 4.40 euros que merece la pena probarlos, ya que son bastante abundantes y están muy buenos, para un día que pases por ahí con prisa y no mucho dinero en el bolsillo. También tienen bocadillos por 2.50 euros, que tienen un buen tamaño, no creo que te quedes con hambre. Hacen comida para llevar.