CIENTO Y LAMADRE CENA Sábado 5 de marzo Treze es un restaurante que tenía pendiente desde hace mucho pero nunca encontraba el momento para ir. Ante tanta expectación creada qué mejor realizar la primera visita a lo grande: reservando una mesa para doce. Venga, ciento y la madre, a liarla. En el momento de hacer la reserva esperaba que nos dijesen que éramos demasiados porque no se especializan en cenas de grupo, que nos fuésemos por donde habíamos venido. No en vano el local, aunque repartido en dos plantas, no es muy grande. Pero al hacer la reserva con la antelación debida no sólo pusieron ningún inconveniente sino que no observé temblor o vacilación alguna en la voz quien la tomó. Éstos no se achantan y aguantan el tirón. La noche en cuestión nos condujeron a una mesa larga preparada en la planta superior que está dedicada a propiamente al restaurante, mientras que la inferior funciona como zona de barra y picoteo en mesas altas. Desde el primer momento el trato y el servicio fueron notables: agradable y educado. A lo largo de la cena se mantuvieron al margen con mucha discreción a sabiendas de que siendo un grupo grande la interacción debe ser mínima. Sólo intervinieron con mucha simpatía y buen humor en momentos puntuales como al tomar la comanda o al presentar primeros, segundos y postres. Ni un solo error del servicio. Ni una espera. La cadencia de platos suiza. Se pidieron cuatro raciones completas(en Treze existe la posibilidad de pedir medias raciones) para los entrantes: COCADECIERVOSOBRECEBOLLAGUISADA, CROQUETAS, UNASDEJAMÓN Y UNASDESETAS, RAVIOLESDELIEBREGUISADA Y SETAS y MOLLEJASDETERNERASOBREMANITASDECERDO Y CURRYROJO. De los anteriores hay que destacar la coca de ciervo y el acierto de hablar de «cebolla guisada», que no «cebolla caramelizada»(ese engrudo saturado de azúcar del que abusan en tantos sitios), las croquetas de jamón con un relleno de textura fluida compuesto por una bechamel honestamente láctica y buenos taquitos de jamón(el rebozado un poco por debajo del relleno) y sin lugar a dudas de la excelsa ración de mollejas sobre manitas de cerdo y curry rojo, de profundo sabor: las mollejas perfectas y las manitas mantecosas y crujientes justo en el punto en que las manitas se convierten en uno de esos platos que están tan buenos que crean cargo de conciencia y sonrisas de felicidad a la vez. Sólo un pinchazo en las croquetas de boletus, de las que no soy fan, y en los ravioles de liebre guisada con setas donde el relleno de los ravioles estaba algo seco, sabía un poco a hígado del animal y las setas seguían haciéndoles de casa a los pitufos allá en el bosque. En los segundos parece ser que hubo quorum: todos buenos. Treze, como Lakasa, también está especializado en platos de caza en temporada y en esta ocasión disponían de medio coto para elegir. Servidor se decantó por el LOMODEGAMOASADOCONSETAS, CASTAÑAS Y MEMBRILLO pero también sacaron nota el JARRETEDECIERVOCONPURÉDEPATATAS, el LOMODEVACAGALLEGAMADURADOCONPATATAS Y PIMIENTOS, el ARROZCONCARABINEROS y un plato fuera de carta, el RAPECONESCABECHE A LAPARRILLA, o eso comenta el resto del tribunal de notables. El lomo de gamo era de primera calidad, carne tierna y poco hecha con fuerte sabor a caza, venía acompañado de un membrillo cortado en trocitos algo pochado como para empezar a hacer una compota y de unas castañas de pequeño calibre del propio asado. Un plato de Premio Nobel de la Paz. A los postres, porque servidor no perdona ni el vino de postre, se probó un postre de chocolate en varias texturas o una interpretación de la casa del arroz con leche que quemaban como si fuera una crema catalana. El chocolate en texturas aunque complejo y con varias elaboraciones no acaba de cuajar. Con chiquicientas botellas de vino Pasión de Bobal, un buen Utiel-Requena, tan bueno que se bebía con pasmosa facilidad, y un servicio de 2,50EURPAX que incluye aperitivo, buen pan en tres variedades(bien) que era a rebanadas y no panecillos(muy bien) y que reponían las veces que hiciera falta(ÓPTIMO) y también los petit fours/mignardises para el café la cosa se quedó en unos 43EUR pax. Una RCP increíble para un gran restaurante con solvente cocina y una sala que está a la altura de la cocina. Treze se queda cerca, muy cerca, te vas a quemar de las cinco estrellas que seguro que acabará mereciendo, porque servir una cena para doce comensales y que todos ellos acaben con una opinión y unas sensaciones tan altas estando el restaurante y el bar llenos es la prueba de lo bien que éste funciona.
Ana R.
Rating des Ortes: 1 Washington D.C., DC
Nice ambiance but mediocre food. Also not great kitchen hygene. My lunch partner and I both got sick after eating there. Will not go back.
Avelino C.
Rating des Ortes: 4 Madrid
Cena de tapeo en TREZE, el bistró de Saúl Sanz y Elena Ursu que en su piso inferior acoge un espacio tipo taberna, con su barra y algunas mesas altas y bajas, en las que se puede probar su propuesta más informal. En esta parte a la que denominan«Treze Bar» ponen raciones, cocas y algún plato un poco más contundente. Todo en formato ración entera o media. Nosotros pedimos, todo a compartir y en formato media ración: Duelo de ensaladillas. Dos versiones, la de Elena, tipo alemán, con un toque de mostaza y salchicha, y la de Saúl, más clásica, con ventresca y huevas. Aunque las dos estaban muy buenas, nos gustó más la rusa tradicional de Saúl. Buñuelos de bacalao, bien rellenos de un bacalao perfectamente desalado, con un rebozado fino y nada aceitoso. Muy ricos. Coca de Roast Beef de ternera con muselina de chile y crudités. Carne sabrosa y jugosa. Muy acertado en contraste con la suave muselina. Excelente. Bun de rabo de toro. Correcto. Relleno de carne estofada tierna aunque con un sabor un poco plano. No nos dijo mucho. Risotto de pasta, boletus y foie. Se trata de un falso risotto pues está hecho con pasta del tamaño de granos de arroz. Buen fondo, sin queso, ligado con una salsa de carne y vino blanco. Estupendo el sabor que aporta el foie y los boletus. Un plato muy logrado. Para el postre nos pusimos en manos de Saúl que nos trajo un tarrito de una especie de natilla con sabor a galleta oreo, que estaba tan rica que acabamos rebañando el tarro. Carta de vinos corta, con etiquetas interesantes, de la que elegimos un tinto tempranillo de Madrid, La Maldición, fresco y frutal, servido a su temperatura, que nos gustó mucho. Servicio muy atento, Saúl preguntando y pendiente de todo, aunque echamos de menos algún cambio de plato y cubiertos entre pase y pase. Pagamos 53 euros por todo, que nos pareció una excelente relación calidad-precio. Para volver y recomendar.
Lucía M.
Rating des Ortes: 4 Barcelona
He estado recientemente en este pequeño local en mi último viaje a Madrid. Fui por casualidad porque está en la misma calle donde me estaba quedando. La comida estaba muy muy buena, me pedí los Buns de rabo con aguacate(lo mejor), y el ceviche que tenía kikos, lo cual me pareció muy curioso y me gustó la mezcla con el crujiente. También tienen postres en jarritas de cristal que se veían muy buenos, que probaré la próxima vez que vaya. El problema que le veo es que es muy caro y las porciones son muy pequeñas, no iría a cenar, aunque se repetiré la próxima vez que vaya.
Eduardo M.
Rating des Ortes: 3 Tres Cantos, Madrid
Estuvimos cenando un grupo de 10 amigos el sábado y como suele pasar algunas cosas bien y otras no tan bien. El local es bonito y de ambiente agradable. Cenamos de tapeo y los platos que tomamos fueron: Croquetas de jamón y de espinacas. Muy ricas ambas, caseras y muy bien fritas. Morcilla. Bien preparada y presentada con pimiento rojo. Berberechos al vapor. Regular, con poco aliño y alguno me olió un poco sospechosamente. Ceviche. A mí me gustó mucho. Bien aliñado y macerado. Postres. Muy ricos y con una presentación muy original dentro de frascos de mermelada. De precio nos subió un poco debido a que pedimos varias botellas de vino, pero la relación calidad precio es correcta.