Velázquez 40

El domingo pasado iba paseando con mi novia por Velázquez y decidimos sentarnos en algún lado a tomarnos un aperitivo.
Dio la casualidad que nos sentamos aquí, que además acababa de abrir el día antes. Feliz casualidad.
Para empezar, tienen una terraza pequeña pero bien atendida, pero lo que más nos sorprendió fue el interior. Esperas encontrar un local pequeño y apretado, y en su lugar encontramos un sitio espectacular, con una antesala para tomar copas (con su consecuente barra) y más al fondo la zona de mesas, algo estrecha y alargada pero muy bien distribuida y mejor decorada.
Una vez nos acomodamos en la terraza empezamos a pedir picoteo y cañas, y aquello nos gustó tanto que el aperitivo se acabó convirtiendo en comida.
Tienen una carta muy extensa de raciones, tostas y pinchos bastante innovadores y todos buenísimos.
Recomendaciones obligadas: tosta de morcilla, mini-​hamburguesas, crujiente de langostino, tosta de salmorejo con jamón… y de postre unos rollitos de nocilla que me quedé con ganas de más… de 20 más, por lo menos.