Warehouse

Génial !!! Dans le quartier Chueca, bar très sympa aux prix défiant toute concurrence (du moins pour des parisiens)!

Cervezas baratas de Pilsner Urquell (2,50 doble) (aunque me han chivado que por poco tiempo que van a cambiar de grifo/​proveedor), musica tolerable (no es heavy –no entro a valorar– pero no es petardeo), copas economicas y un ambiente y decoración bonito estandar (ladrillo visto, mesa comunal, barra pequeña).
He estado un par de veces, o tres o cuatro. Lo conocí porque hicieron una exposición de alguna artistilla barra conocido. Como curiosidad diré que las tres primeras veces que fui, había una celebración de cumpleaños y que alguien, de quién no diré nombre, gorroneo tarta. En concreto la de chocolate muy rica estaba oye. Las camareras son majas, el ambiente es distendido, agradable, y es una opción que personalmente disfruto últimamente para tomar un refrigerio sin hipoteca en la zona de Malasaña. Justo enfrente del Barco.
Los baños sin ser el colmo de la higiene, por inercia de habitos de la noche que lo impide, tampoco son un foco de inmundicia. Digamos, que empezaran la noche como los chorros del oro y que despues se pueden transitar sin traje contra el ébola.
Una buena alternativa en estos momentos para tomar algo por la zona.
P.D.: la mejor panaderia de la calle. :-P

Este local, que ocupa una antigua panadería (el visible el cartel en la fachada) fue una más que gratísima sorpresa de la noche. El mejor gin&tonic que me han preparado nunca, ni yo mismo me lo preparo así. Y cuando me dijeron el precio me quedé muerto. Mismamente había pagado el doble en otro bar la noche anterior.
La música no está alta y es perfecto para poder hablar.

Si te descuidas te lo pasas (se ve más el antiguo letrero de «Panadería» que el letrero actual). No lo hagas. Dentro una amplísima variedad de ginebras a precio aceptable, decoración cosmopolita, gente guapa y música a un volumen que permite conversar. De lo mejor de la noche malasañera.

Fuimos antes de la «hora punta», así que pudimos disfrutar de mesa y asientos. El local está muy logrado, con buen ambiente y buena música (Daft Punk, entre otros, sí señor). Lo mejor, por supuesto, las bebidas. Por mi parte pedí a la camarera consejo para un gin tonic, porque yo soy fan acérrima del Brockman’s, pero me gusta ir descubriendo qué más hay por ahí. Tras ofrecerme muy amablemente varias opciones, me decanté por un Boodles con fresa natural. Siendo una friki de la fruta y muy especialmente de las fresas, puedo decir con seguridad que es el mejor gin tonic que me haya tomado nunca. Y mis amigas, dos mojitos, también con fresa, pero uno con ron y el otro con ginebra, que también triunfaron, aparte de una copa de vino tinto. Junto a las bebidas, unos cuantos (y míticos) Conguitos. En resumen, un sitio al que ir sí o sí.

¡Este local me ha encantado!
Situado donde antes había una antigua panadería, como lo sugiere el cartel de la entrada, la estética moderna del local me gustó muchísimo, ladrillo visto rojo, pilares de madera antiguos, un gran ventanal en la fachada hacen presagiar que esa va a ser una gran noche.
Copas a muy buen precio, mucho ambiente, música genial razonablemente alta, unas poquitas mesitas bajas en la entrada con un sofá al que nos enganchamos y no nos sacaron de allí ni con lejía y un par de mesas altas cerca de la barra.
Seguro que volveré

De verdad que este es uno de mis bares favoritos en la parte de Madrid que más me gusta. No cabe mucho que decir que no se haya dicho antes; sólo que, de verdad, el ambiente es excepcional. Es de esos bares en los que, de hecho hay lugar para sentarte y tener una buena conversación ya sea en barra o en las mesas de la entrada.
Es verdad que la clientela es un tanto pija, pero da gusto cuando vas con buenos amigos… y bueno, ¡qué decir! me parece que las bar-​tenders de este lugar son de lo «mejor» en todos los sentidos ;-)!! Servicio muy amable, buenas recomendaciones, y eso… una sonrisa que te contagian que te hace pasar la velada perfecta.

Uno de esos sitios geniales para tomar una buena copa en plena zona de malasaña, una de las zonas con más marcha de Madrid.
Agradable, buena música, buenas copas y decoración 10.

Fui y me gustó bastante. Un estilo muy industrial (ladrillo visto, fotos de ciudades, en dos alturas…) con una camarera maja, aire acondicionado y unos precios moderados.
No he probado los Gin Tonics, pero al parecer son su orgullo.
Mención especial a la música: 80’s, 90’s y mucho indie. ¡Totalmente recomendado!

Había leído en el comentario anterior que este bar pertenecía a los mismos que pertenecía La Casa del Pez y la verdad es que… no me lo esperaba. Tenía muchas ganas de visitarlo, he de reconocer, pero en ningún momento pensé que me fuera a gustar (tanto). Decoración modernuqui, localización premium (mucho más cercano a Malasaña que el anterior), un local que mola todo, con paredes de ladrillo rojo descubiertas… ¡Menuda clavada me van a meter por el gin tonic!
Pues mira, no. Nada de clavadas: los precios siguen siendo los mismos que había en su anterior local, y el trato sigue siendo igual de bueno: poco importa que la barra esté hasta las trancas, llena de gente deseosa de pedir su bebida, que serás atendido con diligencia, eficacia y rapidez, sin que eso suponga una merma en la simpatía (vaya, y yo que lo agradezco, que hay veces que no hay manera de que el camarero te trate con un poco de alegría). Seis euros por un gin tonic (sí, sí, habéis leído bien, SEIS EUROS) de Blue Ribbon. Y lo mismo si pides 5^th Pounds o cualquiera de las otras. Además, para nada, de nada, de nada, la preparación se resiente a pesar del precio: todas llevaban sus cítricos o su pimienta (el el caso de la Blue Ribbon) como es preceptivo.
El público, eso sí, ha cambiado un poco. Ahora es un pelín más pijillo que anteriormente, pero eso no significa que el sitio haya cambiado su filosofía o sus buenas prácticas. Yo, personalmente, hecho un poco de menos que haya alguna mesa más, porque de sitios como el Martínez me gusta, precisamente, que puedas estar sentado disfrutando de tu copa, pero tampoco se hecha demasiado en falta, y mucho menos por ese precio que cobran por las copas. Bienvenidos sean, pienso volver, y volver, y volver hasta desgastar el suelo.

Una antigua panadería convertida en bar de copas Premium donde procuran un metódico sistema de elaboración de combinados y precios contenidos, una política muy alejada de la pretenciosidad que caracteriza muchos de los nuevos bares de cócteles. La misma filosofía que sus responsables llevan aplicando desde hace años en su local hermano, el gin bar La Casa del Pez, en Malasaña, a la que suman una firme apuesta por el arte, permitiendo también que el bar funcione como una sala de exposiciones para artistas de todas las disciplinas.