El local es bastante feo, sin decoración, pero lo realmente valioso son los postres que elabora la dueña. Lo má increíble es que los regala cuando pides un café o cualquier consumición. Por ejemplo siempre que pides un café te ponen un par de rosquillas artesanas buenísimas. Gratis! Pero también hace una tarta de queso exquisita y otros dulces caseros. Puedes pedir por ejemplo que te sirva un pedazo de tarta con el café y seguro que te cobrará poco más de un euro. Realmente barato. Por lo demás es un sitio muy normalito, como cualquier otra cafetería. Si no fuese por los postres artesanos…