Desconozco cómo es el local por dentro porque no entré en ningún momento, pero tienen una terracita fuera, al lado de San Tirso y justo delante de la Catedral, que si no hace demasiado calor o frío te dan ganas de vivir allí de lo bien que se está. No tienen grandes maravillas en la carta y los precios no los recuerdo porque no me fue permitido pagar. En realidad no es un sitio que me destacara por nada especialmente, excepto porque estuve allí el único día al año que sale el sol en Asturias y tuvimos que perseguir a los camareros para que nos abrieran la sombrilla antes de que estalláramos.