Es una pastelería de las de toda la vida. La variedad de pasteles no es inmensa, pero los que hacen están buenísimos. Además tiene unas pocas mesas en las que la gente va a desayunar un café y un pastel. Elaboran pasteles, tartas, bollería artesana, rosquillas e incluso hacen nata montada propia(la mejor que he probado). Además también hacen postres y tartas por encargo, como las natillas, que sólo se pueden encargar. Recomiendo en especial las rosquillas de hojaldre, el brazo de gitano, los pastelitos de cabello de ángel y las cañitas de crema. También venden caramelos y bombones. El local está regentado por dos señoras mayores que son hermanas y que llevan en la pastelería toda la vida. Son muy amables y entrañables.