Me encanta este sitio y como su nombre dice, cuando entras en él sientes una especie de embrujo. Su decoración y su música recuerdan al más puro ambiente gallego, con mesas talladas en madera, luz tenue y decoración diseñada por el propio dueño, todo un artista. Lo mejor es la terraza posterior del local, con bancos de madera, esculturas y un sistema de agua para refrescar en los días calurosos. El local está regentado por una pareja, que lo abrió hace 11 años. Son encantadores y con la consumición siempre ponen algo para picar. Son muy recomendables los chupitos de elaboración propia, aunque también puedes degustar otras bebidas gallegas como la crema de orujo(deliciosa) o cualquier refresco sin alcohol y café.