¡Curiosa fábrica de cerveza artesanal hay en mitad de la nada! Cuando mi hermano me propuso ir a una cata de cerveza de la terreta me dije, ¡eso no me lo puedo perder yo! Tras vadear las obras de la A-3 salimos dirección al Polígono Industrial L’Oliveral, donde está ubicada la microcervecería Tyris. ¡La de gente que ya estaba esperando a que abrieran sus puertas! ¡A las 11:30 en punto! El recibimiento fue apoteósico, se levanta la puerta y los chicos de Tyris nos saludan brazos en alto y dando saltos: ¡¡Bienvenidoooossss! Se respira buenrollismo. Dentro, unas mesas corridas donde reposan platos de papas, cacaos y aceitunas. A la izquierda, la barra con tres grifos: la Tyris(rubia), la Vipa(de color ámbar y un toque amargo), y la Paqui Brown(dulce y tostada). Me llama la atención que aquello más que cata parecía una oktoberfest pero con rock&roll de fondo. Puedes elegir entre beber en un vaso de plástico en el que te invitan a poner tu nombre(¡ay, ama, que esto apunta a pedo seguro!), o beber en vaso de cristal por 1 € más. Te dan el tiempo suficiente de degustar un par de veces cada grifo antes de hacerte la visitilla a la fábrica. ¡Es miniwinni! Antes de asomar la nariz en donde se produce el «milagro», nos explican los componentes de la cerveza y nos dan a probar los tres tipos de malta con los que elaboran la cerveza, así como el lúpulo(¡puagh, puagh!). Después te pasan a la miniembotelladora y al almacén, donde te sorprende ver tan poquito stock. ¡Y es que tan solo producen 500 l. al día en dos barricas! Terminada la visita, vuelves a las mesas donde te siguen sirviendo cerveza hasta las 14:00 h. ¡Toda una experiencia! A ver quién es el guapo que ahora se pone al volante. ;)
María P.
Rating des Ortes: 5 Valencia
Ya lo doy por perdido: 2013 no es mi año de llevar una vida sana, hay demasiadas cosas ricas que comer o beber. Me di cuenta al descubrir que los chicuelos de Tyris organizaban visitas guiadas a su pequeña fábrica de cerveza artesanal. Sí, lo vi en esa dichosa página de cupones que suscita amor y odio a partes iguales. Las palabras mágicas fueron dos: «cervezacasera» y «catailimitada». Cada sábado a partir de las 11 –ahora en verano también turno a las 16.00– tienen una visita organizada; puedes concertar la tuya a través del contacto y, aunque hay lista de espera porque cada día pueden ir perfectamente unas 70 personas en un solo turno, merece la pena esperar. Si no me equivoco la visita con CATAILIMITADA –mi nueva palabra favorita– sale a 18 € por persona. También algunos días hay talleres de elaboración de cerveza. Aún no sé cómo llegamos hasta la calle X. Esto no es un chiste, es la parte del polígono industrial donde se encuentra la fábrica. Sólo sé que llegamos, empezamos a beber, empezamos a comer, seguimos bebiendo, seguimos comiendo, hablamos con los chicos –que eran todos más majos que las pesetas-, bebimos, bebimos, nos partimos, bebimos, otra Vipa, otra Paqui Brown en mi vaso con mi nombre escrito con un rotulador plateado, cerveza, más cerveza, más cerveza, ¿queréis visitar las instalaciones?, pues la verdad es que ahora mismo nos da hasta igual, pero venga vamos, bebimos, nos tostamos al sol de su terracita, madre de dios son las 12 de la mañana y llevo una hora bebiendo y me va a dar un jamacuco con este solazo de polígono industrial en la frente, menos mal que me han abierto una sombrillita de lo más apañá y esta cerveza tostada es como lo más parecido al paraíso que ha sentido nunca jamás mi paladar y quiero más, más y más, ¡y me lo dan! Por favor: no dejéis de visitar la Tyris.