En mi familia desde bien pequeñita celebrábamos la llegada del verano el primer domingo de mayo con un helado, hasta esa fecha no se podían comer helado, los helados eran solo para el verano, digo eran ya que al independizarme fue una de las primeras normas que cambié en mi vida. Esta heladería me recuerda a las de mi infancia, ya que es un puesto pequeñito en la calle, donde las dependientas llevan allí toda la vida y esperas con mucho gusto la cola para que te atiendan con una sonrisa y el típico comentario«¿hace días que no venías eh?» o bien«¿lo mismo de siempre? ¿tarrina pequeñas de vainilla?» Los helados pueden ser los artesanos de cucurucho de toda la vida, los polos o bien los de máquina parecidos a un batido, también tienen granizados de diferentes sabores y una horchata bastante buena. Además en invierno desde marzo hasta verano lo convierten en crepería, con palomitas, refrescos y demás, un gran acierto por su parte. Así que si pasáis por Rubí, debéis hacerles una visita para tomar una dulce merienda.