Nada mas ver este hotel restaurante te enamoras a primera vista: a pie de mar, terraza con vistas al mar y a la sombra de unos frondosos árboles. En la carta se ofertan diferentes entrantes, desde ensaladas, raciones de marisco o buñuelos de bacalao. Como platos más fuertes hay pescado, paella y carne. Pero sinceramente, estando en un pueblo pesquero del delta del Ebro, comer carne sería como ir a Tokyo a comer tortilla de patatas. Sin poner en duda su calidad. Nosotros hemos optado por mejillones, navajas, almejas, paella y parrillada de pescado. Exquisito! Pescado y marisco fresco de primera calidad. El servicio también muy correcto y eficiente. Entre los postres el pijama y sobretodo la tarta de manzana.