Banys Lluís

El restaurante está a pie de playa, por lo que aquí se come todavía con arena en los pies, el bañador húmedo, y el cosquilleo de la sal del mar en la entrepierna. La comida es correcta, sin ser en verdad nada extraordinaria, y los precios –salvo algún entrante que se descuelga a 55 euros– relativamente ajustados. A mi me parece un restaurante que puede llevar a confusión y por eso –para evitar malos entendidos– me he visto obligado, contra mi voluntad, a escribir esta reseña. Banys Lluís es un restaurante con ciertas pretensiones, pero lo que uno encuentra ahí no deja de ser, en muchos sentidos, bastante ordinario. Banys Lluís es la democratización de la experiencia de comer al lado del mar, con un ruido ensordecedor, más propio de una taberna que de un restaurante de playa, cuyo sentido último es el acompañar la experiencia gastronómica con los susurros y caricias de las olas. En Banys Lluís el mar se ve pero no se oye (como si lo estuvieran retransmitiendo por la televisión), quizás por culpa de la insonorización deficiente del local, aunque yo me atrevo a sugerir otro posible factor: la proliferación de grupos y de grandes mesas. Una carta escasísima, carente de variedad u originalidad y un servicio ciertamente limitado y tardón –no necesariamente por su falta de aptitudes sino por tener que estar en demasiados lugares al mismo tiempo– hacen que sea imposible recomendar este Banys Lluís sin una advertencia previa de lo que, posiblemente, nos vayamos a encontrar. Por último y en caso de haber reservado una mesa, es importante llegar puntual si queremos evitar malas caras y una reprimenda de la encargada.

Antes de nada, decir que es un restaurante en el que se debe RESERVAR mesa porque siempre está llenísimo, mejor con una semana de antelación. Está a pie de playa con lo que puedes disfrutar de la comida con las vistas del mar.
La comida está muy buena, muy recomendable la «Paella Banys Lluís» de marisco y los postres elaborados por ellos. Asimismo el rodaballo al horno con una riquísima guarnición de patatas y cebolla para los que opten por una elección más ligera.
El personal es muy amable a pesar de encontrarse desbordados de trabajo.

Hacer turismo con alguien que conoce la zona, siempre es un #epicwin… Así que que te digan que te van a llevar a comer arroz con bogavante a la playa a un sitio muy chulo y que se come muy bien, pues hace que des palmas con las orejas.
Reservamos para ir, ya que, pese a no ser temporada alta y estar el día un poco pachucho, el restaurante estaba tirando a lleno.
Nos sentamos en una mesa junto a los enormes ventanales con vistas a la playa y dejé que eligieran por mi, los platos que iba a probar (siempre es mejor dejar que los expertos de la zona te orienten). Para picar, pillamos unos sonsos (no los había probado en mi vida) que trajeron fritos y de los que podías comer a puñados como las pipas, ya que la cobertura de la harina era finísima y la fritura estaba bien hecha sin resultar aceitosa. También comimos unas almejas enormes que estaban increíblemente buenas.
A estas alturas, la cosa iba muy bien… buena comida, buena conversación, vino… y entonces, llegó el arroz… OMG!
Uno de los mejores arroces con bogavante que he comido en mi vida, con un saborazo increíble, muy bien cocinado, en su punto exacto y en muy buena cantidad.
De postre, me pedí una crema catalana, que me sirvieron con la capa de azúcar recién tostada… increíblemente buena.
Ciertamente, un lugar para guardar en favoritos e ir a comer cada vez que se pase por allí.

Uno de los mejores arroces de bogavante que he comido nunca, todo es muy recomendable.
Producto fresco de calidad, servicio eficiente. En temporada de verano es recomendable reservar porque a pesar de ser grande trabajan mucho.
Siempre que he ido los arroces han estado acertados.

Abierto todos los dias del año al lado de la arena, menú super económico de 12,50 con 3 platos y postre o café. Muy muy bueno todo y vistas inmejorables.