Andrea

La verdad que fue una sorpresa encontrarse un restaurante elegantón donde estaba una de las churrerías más concurridas de la feria.
Es un sitio totalmente reformado, diáfano, con una decoración modernita-​clasicona. Mucho cuadro y estanterías con libros que separan diversas estancias del restaurante. En general la decoración es vistosa y está bien, aunque algo de catálogo para mi gusto.
Lo único malo para mi, que la edad media del comensal es de 45 – 60 años. Muy para ir con tu familia tranquilamente o que vayan grupos de amigos.
La comida no son grandes creaciones de chefs modernos, pero es deliciosa. El risotto estaba espectacular y el revuelto también. Las croquetas también son famosas. La carta es algo común sin mucho diseño pero al final, lo que importa, es que está bueno.
Por cierto, las tortillitas de camarones son la clave. Lo mejor sin duda y como las tortillitas de Cádiz, sin ser aceitosas, finas y crujientes. Me comería 10.000.