Antares

Si hubiese sido por el grosor de mi cartera, no hubiera entrado ni en sueños. Si hubiese sido por poseer un apellido de la típica familia con una herencia descomunal, tampoco hubiera entrado ni echando la puerta abajo. Y para colmo, viví durante dos años enfrente. Era como ver el agua en el desierto sabiendo que tu mano jamás la rozará por más que estires.
Paradojas del destino, fue precisamente por mi trabajo en la televisión local cuando entré a Antares, para cubrir un evento. Era una conferencia a la que acudía el alcalde, y teniendo en cuenta que nosotros éramos como su sombra audiovisual, adonde iba su excelencia íbamos nosotros. Entramos y nada más ver el holl, empecé a entender que hay varias clases de personas: las que están rodeadas de estos lujos y las que no (ingenuo grupo en el que yo me incluyo).
Tenían varios salones. Nosotros pasamos a uno mediano, con varios asientos y mesas en disposición oval. En cada mesa había una botellita de agua y toda clase de comodidades. Un salón de cierta clase, diría yo.
Antes de terminar la grabación, mis ojos se perdieron en otras estancias (infinitas). ¿Cuántos salones tenían? ¿diez mil millones? Aquello era enorme. Por no hablar de la zona de pistas deportivas.
La cuestión es que yo salí de allí pensando: «yo, la chica de clase media, la obrera de a pie, la mujer sin apellido de alto linaje; he entrado por la puerta grande»… y total tampoco es para tanto. Ya sabemos aquello de que no es más feliz quién más tiene, sino el que menos necesita. O al menos eso le digo yo a mi cartera y a mi apellido.

Antares es un club deportivo, social y empresarial pensado especialmente para clientes con elevado poder adquisitivo, pues hacerte socio cuesta un dinerillo. Tiene gimnasio, piscina, pistas de padel… aparte de bar, restaurante, salones para reuniones, congresos… vamos que está muy bien equipado. Tengo un amigo cuyo padre era socio, así que aprovechábamos para ir a jugar al squash (a mi me gustan todos los deportes de raqueta) y de paso darnos una sauna.
La última vez que fui fue con ocasión de la inaguración de la exposición de pintura de una amiga. Sus cuadros de inspiración flamenca se podían admirar divinamente en unos salones muy apropiados.
Al tener entre sus socios a importantes empresarios de la ciudad, tienen una actividad en este sentido muy importante, dando cabida a charlas y jornadas que buscan dinamizar el sector

Conozco Antares desde hace largo tiempo, pues he asistido a numerosas Conferencias, presentaciones de empresas, cócteles, comidas privadas, etc.
El problema al que te enfrentas para llegar a este establecimiento es el aparcamiento, es muy complicado dejar el coche en alguna zona cercana, aunque está lleno de gorrillas y te puedes arriesgar a «aparcarlo» en segunda fila.
Una vez allí cuenta con diferentes salas, y se usan según las necesidades.
La más grande, con la disposición de las butacas en diferentes niveles tipo cine o teatro es la más cómoda. He estado en la misma en la celebración anual que realizan las empresas que conforman la Fundación Antares y en la presentación anual de la revista Andalucía Económica. Generalmente en estos eventos intervinen personalidades como el alcalde de Sevilla, algún Consejero, Viceconsejero, etc. Se escucha estupendamente y la visibilidad es buena.
Hay otra/​s sala/​s para Conferencias sobre temas concretos, por ejemplo: «La era digital en el mundo peridístico». Se congregan diferentes ponentes y personas interesadas que acuden a escucharlos. Son más bien salas pequeñas para unas 130 personas.
El patio de entrada es idóneo para los cócteles que ofrecen después de las charlas, allí se reúnen todos los invitados y comparten opiniones, principalmente networking.
Y la última vez que asistí fue a una comida íntima de unas 20 personas contratada por Sanitas, a la que asistió el gerente de Antares, y otras empresas convocadas por él mismo que son clientes potenciales de la empresa contratante. Se presentan los ponentes de Sanitas, a continuación los asistentes, y acto seguido el Director de Recursos Humanos de Sanitas proyectó una presentación de la empresa mientras comíamos jamón, queso, la caña de lomo, nuestra copita de vino, solomillo, postre… Disposición en forma de U para que todos nos viéramos y crear un ambiente lo más cercano posible. A continuación, hay turno de preguntas y opiniones de la exposición. Interesante esta nueva forma de negociar.