Biciclos

Hace pocos días estuve de nuevo en Biciclos después de mucho tiempo y menuda decepción. La tienda ahora es más pequeña, se ve que la crisis les ha hecho mella, pero fui con una amiga que quería comprarse una bici de paseo y no nos hicieron demasiado caso. Se limitaron a decirnos que miráramos por internet esta y aquella marca…
En fin, me fui con pena porque para mi era una tienda de referencia y me fui con la sensación de que ya no les apetece vender bicis. El trato fue amable quiero aclararlo, pero con muy poco interés en informar sobre lo que ofrecen. También vi que el amplio y magnífico surtido en marcas y modelos en bicis de paseo que tenían antaño ha menguado considerablemente. Supongo que tendrán la posibilidad de encargarlas si a alguien le interesa, pero vamos si queréis información ahorráos la visita y mirad lo que queráis en vuestro ordenador.

Bueno, a mi este lugar, no me gusta mucho. O será que yo soy persona de un poco de gafe y mala suerte y tuve un episodio un poco surrealista aquí.
No soy de usar bici. Pero este año una compañera de piso me dejó en herencia una que ella tenía porque se fue a vivir con el novio y haciendo la mudanza me dijo que no la iba a usar. Yo ahora la llamo la «chugui-​bici», y os explico por qué.
No entiendo de bicicletas, claro. Así que llamé a un amigo que suele usarlas para que me dijera si la bici necesitaba mucho arreglo. Sólo tenía las ruedas vacías y por lo demás parece que estaba todo ok. Tras ir a la gasolinera más cercana (que ¡¡no es nada cercana!!) y ver que no cuadraba el pinchito ese de las ruedas con el otro pinchito del mango del aire para los coches, pues decidimos ir a la tienda de bicis más cercana, a ver si me podían vender algo para inflarla, o bien hacerme el favor.
Llegamos aquí y los dependientes estaban fuera charlando con algunos amigos. Una vez junto a ellos, en la puerta de la tienda, con la bici a un lado, les preguntamos que si tenían algo para llenarla, que en la gasolinera no habíamos podido.
Sin dejar de sujetar el quicio de la puerta y sin arrimarse ni siquiera a la chungui-​bici, nos dijeron que esa bici la daban con nosequé periódico, que no está homologada y que no podían tocarla.
La carita que se me quedó, porque además, dijeron: «esa bici está denunciada» y yo. «¿Cómo? si me la ha dado mi compañera de piso!», y ya me explicaron que era por lo de no estar homologada, y que si ellos la arreglaban y yo luego me caía, el problema iba a ser suyo o noséqué.
El caso es que les dije que si no tenían nada para que pudiera llenarla yo (que era la intención con la que les había preguntado antes) y me dijeron que sí, que me daban un adaptador y ya la podía llenar en la gasolinera.
Vale. Me pareció correcto.
Hasta que vi el adaptador.
Me cobraron no recuerdo cuánto, pero muy poco, una miseria, menos de 3 euros creo que era, por un tornillito. Pero es que cuando me saqué el tornillito del bolsillo, estaba oxidado. Completamente oxidado, viejísimo, lleno de mugre… Como no había tenido ya suficiente con la cara de pánfila que se me quedó con lo de bici no homologada, encima me di cuenta de que me habían timado por dos o tres euritos de nada. Porque vender algo usado como el que te vende algo nuevo, que yo sepa es un poco timo. Pero bueno, tienen allí muchas bicis y eso. El que sepa más de ciclismo que yo podrá comprobar si de verdad son chungos o no.

Ella me estaba esperando tímida y pudorosa en el espacapate. Era sencilla, tierna, de alma color beig, Yo la miré, ella se hizo la despistada, pero el amor ya había surgido como una tímida flor de mayo. Ahora estamos juntas, llevamos casi un año (pronto es nuestro aniversario, tendré que comprarle algún detallito). ¿Aún no sabéis de quién hablo? Es mi bonita bicicleta plegable que me acompaña en mi camino.
Fue aquí donde me la compró mi antigua pareja como compensación al último robo que sufrí de la que tenía antaño. Le costó aproximadamente trescientos euros y ha salido muy buena. Hasta ahora solo la he tenido que llevar al médico por un pinchazo.
En la tienda nos trataron muy bien, nos ofrecieron lo que andábamos buscando (comodidad para plegar la bici y llevarla contigo siempre y a un precio asequible). Además tienen un taller de reparación especializado en este tipo de bicicletas. Un lujo. Cuentan con varios modelos en función del precio pero todos de buena calidad.
Seguramente le regale otra lucecita por nuestro primer año juntas.

…“Bicis de Bolsillo”
Esta tienda apareció por mi barrio de un día para otro. Desde que se instauró el carril bici en Sevilla las tiendas relacionadas con las bicicletas y los talleres han proliferado como caracoles en el campo después de la lluvia.
Biciclos, es diferente. Yo la conocí paseando con mis niños y la primera vez que entré fue para pedirles un favor «de gratis».
A Guille, le había tocado una pelota de esas grandes con cuernos que el niño se sienta, empieza a botar y luego se escomoña contra el suelo.
Por supuesto el regalo venía sin inflar, y eso a pulmones como que no.
Recordé que la tienda de bicicletas de al lado de casa tenía un taller y quizás ellos podrían hincharla como las ruedas de las bicis.
Allá que me planté con la pelota y mis niños. Cuando entré por la puerta, el hombre mayor que había, me dice: ¿qué, a ver si podemos hincharle la pelota de Bob Esponja… mi cara era de sorpresa y el hombre me contestó que no era la única madre que había ido ya por allí. Sin problema alguno me la hincharon y no me cobraron nada.
Aproveché que estaba allí para ver las bicicletas que tenían: de paseo con su cestita (las que más me gustan), de carreras, pero sobre todo lo que más venden son sin dudas las plegables. Cómo la mayoría de las personas humanas tenemos pisos pequeños, las plegables son ideales.
Decir que el personal de la tienda y del taller son encantadores y muy profesionales. Puedes dejarte asesorar por ellos en este aspecto.
Esta semana mi marido ha adquirido una bicicleta plegable negra y plateada.
…A ver quien se pega el castañazo primero él o yo (hace tanto tiempo que no montamos en bici, aunque dicen que eso no se olvida!)