Café Espresso

Mucha gente ve normal que una cafetería de estación sea más cara porque, claro, como es una estación, se aprovechan, pero yo no entiendo por qué eso de aprovecharse si la calidad no está a la altura. Para tomar un café rápido y despertarte antes de coger un tren no está mal, pero si piensas tomar algo de su bollería debes saber que es más bien poco casera y que el bocadillo de jamón te lo cobrarán como si fuera el mejor de los jamones estando muy lejos de serlo.
Es eficiente y rápida, algo de agradecer en una estación, pero desde que hay Mc Donalds al lado, sin ser yo muy dado a ir, creo que es el día de dar un chute de colesterol y más cosas malas a mi cuerpo cuando tengo que comer algo allí.

Un sitio adecuado para tomar un café o una coca cola antes de subir al tren o si estás esperando la llegada de alguien.
No tienen pretensiones y no es más que un sitio de paso. Tienen menús con sándwich o bocadillo para llevar y alguna tapa que otra si lo tomas de pie en la barra.

Antes de que pidas un café te lo han servido. Lógico, teniendo en cuenta que la pantallita de las salidas de tren suele estar presionándote hasta el último minuto. Es una típica cafetería de estación, no pienses que vas a entrar a desayunar confortablemente mientras ves a la gente ir y venir. Nada de eso. Allí la gente va, se toma su café, para despertarse si es temprano o para revitalizarse si es tarde y después se marcha. Sin más.
En mi época de batallas laborales entre Córdoba y Sevilla, solía pararme mucho aquí. Alguna vez desayuné tostada y zumo natural y salí contenta. Se le podría pedir más calidad, pero tampoco esperaba nada del otro mundo. Cuando iba con más prisa, también podía optar por la bollería industrial. De hecho no es la primera ni la última palmera de chocolate que tomaré aquí.
Y tranquilo, los precios son algo más caros, pero tampoco para llorar a moco tendido. Y si lo haces, las agradables camareras te consolarán.
¿Te hace un espresso?

Una cafetería de estación siempre echa para atrás por dos motivos fundamentales: el precio, el más importante sin duda, y el tiempo, ya que siempre tenemos la mosca detrás de la oreja («¿y si me paro a tomarme algo y pierdo el tren?»).
Café Espresso cuenta con la ventaja de que tarde o temprano todos los viajeros terminan recalando en él. Y es que, por mucha prisa que tengamos, si el cuerpo pide un café calentito antes de subir al tren, hay que dárselo…
Debo decir que ni un temor ni otro de los que he mencionado arriba se han cumplido para mí, hasta ahora. Los precios, sin ser económicos del todo, tampoco son desorbitados. Y los camareros se esfuerzan en atenderte con suficiente premura, supongo que conscientes de que, quien más, quien menos, todos llevamos la hora justa cuando nos paramos allí.
Lo único que no le hace sobresalir de la media es… que es una cafetería de estación, ni más ni menos. Bueno para pasar esos diez minutos que tenemos libres antes de partir, pero poco destacable aparte de eso.

Cuando todavía no vivía en Sevilla y hacía media vida en el AVE y Santa Justa. La cafetería Espresso era la que mejor resultado me daba en cuanto a eficiencia. Si llegaba con el tiempo justo, cafetín rápido y para adentro. Si llegaba con tiempo de sobra o no podía cambiar el tren, normalmente prefería otras cafeterías mucho más tranquilas.
La cafetería, y más siendo de estación, es lo que es y ofrece lo que ofrece. Es decir, tiene que ser eficiente y está máxima yo creo que sus camareras la cumplen a rajatabla. Simpáticas y con una sonrisa te atienden (aunque sean las seis de la mañana) tú café y tu tostada en dos minutos en la barra.
Sólo he tomado café y tostada allí, pero se que tienen también bocatas y algo de bollería industrial. De precio no es caro, aun a pesar de estar dentro de Santa Justa.