Esta tienda de alimentación, de ultramarinos, del desavio, como quieran llamarla. Es para mi el recuerdo de las tardes de no hacer nada en la calle Teodosio, las tardes de cerveza y poker en casa de esta gente, bajar a comprar papas fritas, litronas, pan, leche o queso rayado. El recuerdo de una época que por más que pretendo no vuelve. Cunado voy, voy mucho más desencantado, y es solo la casualidad que lo que me hace pasar por allí. Se me viene todo aquello que en esos tiempos pretendía pero que no hacía. También, decir que en esos años fumaba mas cosas raras que ahora :). El caso es que es un lugar en el que me han visto a diario durante aquellos maravillosos años, que hoy, aqui sentado, frente a este ordenador, parecen ya tan lejanos. No suelo perder la costumbre de volver a sitios que han significado algo para mi, si embargo, a esta tienda, la he sustituido tantas veces y en tantos sitios, digamos que le he sido infiel, la he traicionado bajo la excusa de: «No, es que no me pilla de camino», «Es que el pan de este sitio me gusta más». Excusas, excusas de esas que se ponen los novios desganados, bueno que coño, los novios en general. Y yo estoy haciendo lo mismo y que tan poco me gusta. «Si en realidad, solo es cruzar la alameda».