Casa Manué

estaba de vacaciones con amigas, buscabamos un sitio tranquilo y tipico para beber y comer algo y nos hemos sentado en la terraza de este bar.
entre a pedir algo y el tio ya refunfuña mucho, me habla como a una mierda. definitivamente no le gusta a los turistas pero bueno no es suficiente para insultar las personas. No somos animales. claro que cada uno tiene su caracter y cada cultura sus particularidades pero el respeto es universal. nos fuimos sin beber ni comer y encontramos un sitio mas agradable.

Tapas y chacinas exelentes y mucho arte al atenderte. ;)

Casa Manué me hizo sufrir y reir durante mis años de instituto. He pasado muchas horas en la Plaza de San Leandro, también conocida como la Pila del Pato, la mayoría bebiendo litronas. Y muy pocas tomándome algo en el bar de Manué. No porque la cerveza esté malo o los caracoles poco sabrosos, sino porque Manué lo que se dice la alegría de la huerta no es. Y los precios baratos tampoco los pone. Sobre todo si eres guiri.
Tiene algo muy bueno, que es el flmenquito en directo en la calle los jueves por la noche. Pero eso no esconde la poca simpatía del dueño de este bar, que embajona a cualquiera.
Acaban de abrir una abacería justo enfrente y es genial El trato es de escándalo y las cervezas están a 80 céntimos. Le deseo lo mejor. A la abacería, claro.

Situado en la emblemática Pila del Pato, referencia obligada en la Sevilla pre-​ley anti-​botellón, tenemos la Casa Manué, un pequeño bar que no llama mucho la atención.
Lo mas reseñable de este lugar según mi experiencia, aparte de que ponen cerveza, es que en primavera-​verano, cuando te entran ganas de salir a la calle a pasear, de quedar con los amigos… de vivir, dan unos conciertitos de flamenco en la plaza donde tienen puestas las mesas que valen la pena.
Ese olor a azahar, esa cruzcampo mojándote los labios, esa vista de una de las plazas mas bonitas de Sevilla… escuchando el cante de un gitano por bulerías, no tiene precio

Lo primero que he de decir es que la causa principal que me atrae a este bar son los caracoles.
Llegados a una época concreta del año, la gran mayoría de los bares de Sevilla compiten por ver quien es el que pone los caracoles más buenos.
Para mí este es uno de los top-​ten.
La clave es: la gran cantidad de ajo que le echan a la olla, y por su puesto ese toque picantón (en este caso guindilla).
Cuenta con una terraza la mar de agradable, merito éste de la propia plaza (la conocida como plaza de «la Pila del Pato»).
Manué un personaje donde los haya.
Depende de el día te tratará mejor o peor, allí puedes ver de todo.
A mi, pese a que he vivido días en los que hubiera sido mejor que no se hubiera levantado de la cama, por lo general me trata de «maravilla», pero el tío se gasta una mala leche con alguno que otro…(con los guiris por ejemplo, si no se entera de lo que les pide, se coge un mosqueo…)
Los jueves por la noche Manué monta unos saraos de los buenos. Un cuadro flamenco, siempre amigos suyos, con guitarra, palmeros y cante. Coloca su biombo preparado para la ocasión (pintado con una escena muy flamenca), y a cantar.
Una de las veces que me encontraba por allí, se acercó a nuestra mesa y nos pidió un cigarro. Mi amiga se lo dio. Al rato (unos 10 minutos) llega su señora (que trabaja allí con él) y nos echó una bronca de campeonato. Nos empieza a reñir diciendo que su marido esta dejando de fumar y que así no lo va a conseguir jamás. Ya está feo que el dueño del bar te pida un cigarro, pero peor, creedme, que encima su señora ¡venga a reñirte!

«En la pila der Pato mi arma te he conosio»
–El Pali.
Increíble caso el de Casa Manué, un bar situado en la plaza de San Leandro, conocida en la ciudad como «La Pila del Pato». En este bar, que si no tubiese la terraza en la plaza sería una verdadera mierda, he visto algunos de los mayores y mejores atracos al bolsillo de un ingenuo guiri. Todo vale mas caro no se por que extraña razón, eso de base. Los extranjeros tienen IVA por no haber nacido en el país que Dios sitúo en lugar preferente en el globo. Eso pensará Manué cada vez que entrega una cuenta, su ausente simpatía y cortesía añaden mayor misterio al éxito de este bar.
Noches de jueves, ofrece actuaciones de cante y toque flamenco, en ocasiones acompañando a algún/​a bailaor/​a o cantaor/​ra. Tiene su gracia porque dispone de una especie de biombo pintado con una fantasía paisajista oriental con evocación andalusí, el cual utiliza como escenografía tras los artistas. Esto le da un toque que parece una mezcla entre el Corral de la Pacheca venido a menos con un decorado de un teatrillo ambulante de posguerra. A día de hoy, hace poco, ha abierto un competidor en frente, está mucho mejor, son muy amables y razonables. En Sevilla, no se pueden tener cañas a dos euros y montaitos asquerosos a precios que ni en Robles.
Pienso que deberían ponerse las pilas y bajar a la tierra. Al menos, les pido que no ocupen con sus veladores tanto espacio de esta maravillosa plaza (de las mas frescas en las noches de verano) para que llevemos una litrona y la guitarrita, A ver quien tiene mas clientela.