Clemente Torres

Hoy ha sido un día maravilloso.
Me le levantado, he desayunado y me he ido a dar un paseo por el campo con mis perros, el campo lo tengo pegadito a casa, es como mi enorme jardín particular.
Clemente de ha quedado haciendo unas cosillas en casa y se ha reunido conmigo y los chuchos en el césped, justo bajo una torre de alta tensión, momento de lo más bucólico y romántico.
Apareció con una bolsa enorme: una botella de vino, dos copas, un taper con algo para picar y… escayola con un termo de agua caliente.
Hemos abierto el vino, nos hemos descalzado y se dio lugar el inicio de la confección de un molde de mis pies.
Me ha vendado los pies con la escayola mojada en agua caliente, cosa que me ha sido de lo más placentera mientras degustaba el rioja y veía las montañas a lo lejos y mis perros corriendo de un lado a otro en busca de piedras-​pelotas.
Un tractor araba el campo y nos miraba desde lejos preguntándose qué cosas tan raras hacían esos jóvenes, pero al final se ha acercado y se ha hecho amigo nuestro, me ha gritado desde su tractor: «esa mujé está locaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa»
Mientras se secaba la pasta que cubría mis pies nos hemos zampado unos calabacines rellenos de merluza y marisco regados con un par de botellitas de vino, para no coger frío, mujé…
Terminado el proceso nos hemos quedado tomando el sol y hemos hecho otro amigo: Félix, un señor entrado en años que nos ha contado que lleva 33 años en Santiponce y que ha descubierto mil tesoros romanos en sus campos. Le acompañaban sus tres perros, uno no dejaba de montar su pierna izquierda y los otros dos se peleaban. Los míos mientras jaleaban a los peleones en busca de más espectáculo.
Clemente hace unos zapatos artesanos a medida dignos de un rey, y yo que soy una princesa no merezco menos.
Si quieres un zapato de piel para toda la vida sólo tienes que llamarlo, pero olvida el vino, el campo y los calabacines que eso es solo para mi, ¿eh?