Deisy

Mi amigos y yo somos bastante payasos. Nos gusta dar la nota allá donde vamos. Y si la ocasión es el Carnaval de Cádiz, mucho más. Suele ser una ocasión en la que nos gusta ir a todos disfrazados de lo mismo. El año pasado quisimos ir vestidos de bandoleros, a lo Curro Jiménez y el Algarrobo.
Así que nos pusimos manos a la obra. Doy fe de que nos pateamos todas las tiendas que conocíamos y nos habían recomendado. Nada. Nuestro gozo en un pozo. Nos dijeron que en el Polñigono El Refugio había una tienda que estaba bastante bien, así que ya desesperados pusimos rumbo allí. Allí había una cantidad inmensa de disfraces, pero no conseguíamos dar con lo que buscábamos. Le preguntamos a la empleada, y nos dijo que algo había.
Efectivamente, había… de bandolero de los de las películas del oeste. «Eso no es lo que andábamos buscando», le dijimos. Le explicamos que Curro Jiménez no tiene mucho que ver con los atracadores de bancos que bebían whisky en el Saloon. La muchacha nos dijo que de eso no había disfraces a la venta, pero que tenían en alquiler. La verdad es que estaba muy bien conseguido el traje, pero el precio del alquiler, para hacer la gracia, era un tanto prohibitivo.
Así, que al final cada uno se buscó la vida y se disfrazó de lo que buenamente pudo. Lo cual no impidió que viviésemos una noche inolvidable en la Tacita de Plata.