El Rincón de Malaver

No hace mucho que descubrí este sitio, casi por casualidad. Estaba esperando a un amigo, en la puerta de su casa. Soy incapaz de esperar sin hacer nada, así que busqué el bar más cercano para tomar algo. Me acerqué a la barra a pedir un refresco, y me dijo la mujer que no hacía falta, que me sentase y me atendían en la mesa.
Efectivamente, fue sentarme y un camarero se acercó a preguntarme qué quería. Eché una ojeada rápida a la carta y me decanté por pedir una tapa de ensaladilla, para acompañar al refresco. A los pocos minutos, mientras daba buena cuenta de la bebida, me sirvieron un plato enorme de ensaladilla. Aunque se notaba que la mayonesa era de bote, la verdad es que se dejaba comer bastante bien.
Sin embargo, yo no conseguí concentrarme del todo en la ensaladilla. Unas mesas más allá, un camarero acababa de llevar una ración de pescado con una pinta espectacular, y que rebosaba de la fuente. Siete euros ponía en la carta que cuesta…
El camarero que me estaba atendiendo me sacó de la inopia, preguntando si me hacía falta algo más. Le pedí la cuenta, pagué y me marché, con la intención de volver y catar una de esas enormes bandejas de pescado frito.