José Antonio

Nada haría presagiar que tras ese portalón de la calle Cedaceros –barreduela situada entre la Alfalfa y la Encarnación– se encuentra un bajo con uso comercial, un lugar donde realizan enmarcaciones. Nada lo anuncia en el exterior; tampoco dentro, de hecho normalmente hay que llamar al timbre. No tiene nombre, por eso utilizo el de su propietario; ni siquiera cuenta con un horario realmente definido. Pero lo hacen muy bien, que es lo que importa.
Una vez lo encontréis y venzáis el pudor de acceder a un lugar tan íntimo, os aseguro que no os arrepentiréis. José Antonio trabaja con su hermana, pero es él quien lleva la voz cantante en el negocio. Es un señor con un humor estupendo, muy simpático y siempre dispuesto a aconsejar lo que mejor le viene a aquello que llevas a enmarcar. No os dejéis engañar por las apariencias, vuestros cuadros quedaran aquí igual o mejor que en otras tiendas del centro donde la broma os costará más del doble. Si se trata de un reconocimiento, o de algo que necesite la incorporación de una placa, tiene muy buena relación con la pequeña tienda que las realiza en la calle Lagar; entre ellos se ponen en contacto para que el resultado esté listo en la fecha convenida. Porque eso es otra, si no os urge, tardará unos días; pero si tenéis prisa, tendréis vuestro enmarcado listo cuando le digáis, siempre y cuando sea lógico y posible, claro.
El local, en el tramo destinado al cliente, es mínimo. Tras un pequeño mostrador recibe nuestro amigo con múltiples modelos de marcos como telón de fondo. A su diestra hay una puerta que da paso a la zona donde trabaja. Solo hay que asomar un poco la cabeza para advertir el desorden; os aseguro que no es nada para como llegué a ver este mismo espacio de pequeño. Singular, sin duda, pero yo siempre que he recurrido a José Antonio para enmarcar algo he quedado tremendamente satisfecho.