Pata Negra

Cabeza de Toro en la pared ¿Tasca Turina?
Tasca Trianera en plena Ronda Triana. Abierto casi todo el día y casi todos los días del año, puedes desayunar, comer, merendar y cenar.
Gusta desayunar en la barra escuchando los chascarrillos que se traen los camareros, tomar cervecitas con algún amigo en la calle en sus mesas altas, merendar cafelito y churritos dentro en sus mesitas y cenar en el velador, si la noche no refresca.
Rico rico está, y no hay que ser adivino, es el jamón de «pata negra»: en tostadas, en montadito, en panes de la casa con tomate natural o con salmorejo o mejor aún, sólo con una copita de manzanilla fresquita.
Su carta es variada y las tapas son las típicas de estos bares, ensaladilla, papas alioli, aliños varios del día…y muy bien y recomendado el menú del día.
Yo he estado allí un par de veces de una cervecita «ná más» y al final nos hemos «liao».

En el Pata Negra tomé por primera vez una «tostá» con jamón que me dejó estupefacta y sin comer hasta el día siguiente ;-) Buen pan, buen jamón, gran cantidad y mejor precio.
Se trata de un bar normalito de barrio, pero su interior es amplio, la terraza tiene bastantes veladores en la Ronda de Triana, está limpio y te atienden muy amablemente y con gran agilidad.
Por las tardes se llena porque te ponen churros gratis con el café o el chocolate. Yo aún no los he probado, ni sé si los probaré, porque mi maridito se encarga, cada vez que pasamos por delante, de decirme «hay que ver lo mal que huele este bar a friturilla», «hay que ver lo poco que me gusta el olor a aceite de este bar», «el aceite de este bar tiene un tufillo…», y eso me lo repite tantas veces que no sé yo si es que de verdad lo piensa o es que está aliado con mi dietista ;-)
También tienen menús del día y tapas de cocina, que deben ser bastantes buenas porque casi siempre está lleno. Pero lo que seguro no debes perderte es esa tostá con jamoncito, te lo digo en serio, yo hasta sueño con ese mollete (del horno la Parra) y esa pata negra loncheadita… mmm…

Estoy enamorado de este sitio. Mis motivos tengo.
No se trata del ambiente taurino que rezuma en cada uno de los cuadros de toreros que pueblan las paredes. Al fin y al cabo, no tengo ni idea de toros. Ornamentación aparte, el local es amplio. Muy amplio. No sé exactamente las mesas que tienen, pero son muchas, a lo que hay que sumarle los veladores de la calle. Pero no se trata de eso por lo que el Pata Negra me tiene ganado.
Tampoco por el excelente trato que tienen con el público. Da igual que estés en barra, en mesas o en la calle, la atención es estupenda. Y rápida. No es como otros sitios en los que tienes que esperar que pase el camarero quince veces para que te haga caso. Pero tampoco me tiene ganado por eso.
Ni siquiera la gran variedad de tapas que tiene el Pata Negra es lo que más enamorado me tiene. Y mira que tiene tapas. Y platos del día. Y menús. Incluso churros gratis por la tarde al pedir el café. Porque se trata de un bar todoterreno, igual te sirven una tostada a media mañana, que un almuerzo, o el café de la tarde. Los pobres echan allí más horas que un reloj. Pero ni siquiera eso es lo que me tiene ganado del Pata Negra.
Aunque todos esos factores influyen (y bastante) es una historia personal, que se fue forjando, poco a poco, despacito, con este bar como testigo privilegiado lo que hace que el Pata Negra se haya convertido, para mí, en uno de los sitios más especiales que hay en toda Sevilla.