Remembar

El Remembar es un sitio al que he ido varias veces a tomar una copa con mi padre después del curro. Nos es porque me encante el sitio ni nada por el etilo, simplemente porque vivimos por la zona y no está mal.
Si digo la verdad, no recuerdo muy bien cómo es por dentro porque siempre me he quedado en las mesitas de fuera, aunque sé que tiene una planta baja y el local se ve amplio. Tienen una par de televisores para ver partidos de fútbol y demás eventos deportivos, por lo que puede ser un aliciente para ir allí.

Después de comer en el Mara este suele ser nuestro bar para tomar unas copitas. La verdad es que vamos por proximidad, porque lo que es el sitio tampoco es que sea nada del otro mundo.
Como mi hermana y Manolo, que es con quien suelo ir, fuman como carreteros, casi siempre acabábamos saliéndonos fuera a tomarnos la copita apoyados en el poyete de un ventanal que tiene en uno de los laterales. De otro modo, con esta dichosa ley anti-​tabaco, es imposible mantener una conversación coherente y continua. Las copitas están a precios normales y como detallito te ponen gominolas y frutos secos. Dentro tiene televisión y suelen tener puesto fútbol.
El otro día estuvimos y nos llevamos la gran sorpresa. ¡Habían sacado mesas altas! Está claro que era cuestión de tiempo.

Hace unos años estuve un par de veces por allí. Fue una de estas noches en las que no sabes donde ir… pues eso…
Entramos y vi que aquello tenía más pinta de bar que de otra cosa… pero es que el secreto estaba en la planta de abajo amigo! Se suponía que debía ser así…
Bajamos y aluciné… no había nadie!!! Uno de los días sí que hubo alguien más… un grupito de personas mayores bailando como adolestences… y no por la música, porque es que eso es lo mejor.
La música es la típica de las bodas. La macarena, el Aserejé, Antes muerta que sencilla y muchas más de este estilo. El local no está mal para pasar una noche agradable alejados de todas las almas adolescentes fiesteras, porque es un sitio de cuarentones y cincuentones… Aunque debo reconocer que las dos veces que estuve allí no lo pasé mal… las risas están aseguradas… sólo espero que esto no sea porque me estoy haciendo mayor: S

Una tarde de invierno, andaba con un amigo buscando regalos navideños por el Media Markt de Nervión. Eran las nueve y pico, y en la calle hacía frío. Dejamos de remolonear por allí, para tomar algo, antes de tirar cada uno por su camino. Como el frío se calaba hasta los huesos, decidimos no ir demasiado lejos. Así que buscamos algo abierto por la zona, más allá de los típicos bares de tapas.
Detrás del hotel Ayre, dimos con un garito que a priori no nos disgustó, así que entramos. La decoración, de entrada, ya es un tanto extraña, a caballo entre casa rural y patio de vecinos andaluz. Nos fuimos hacia la barra para pedir sendas cervezas, y la mujer que atendía nos dijo que nos sentásemos, que iban a las mesas. Así que recorrimos con la mirada el local, buscando aposento.
Aunque no había mucha gente, el ambiente era, como diría el difunto Papuchi, raro, raro, raro. No me pregunten por qué, pero no me sentía nada cómodo. Entre la clientela, la juventud brillaba por su ausencia. Había mucho pureteo disperso por allí. Con esa sensación extraña flotando en el ambiente, nos sentamos. Al momento vino la misma mujer de la barra a preguntarnos qué íbamos a tomar. Un encanto de mujer, sin duda lo mejor de aquel sitio.
Cuando acabamos, propuse una segunda, pero mi amigo se ve que teníà la misma sensación que yo, porque rehusó la oferta. Así que nos levantamos de ahí y salimos. Ya en la calle, comentamos la jugada: los dos teníamos la misma sensación, había algo raro que se nos escapaba de las manos. Y que a día de hoy, se me sigue escapando.