Salones Badía

Juan Badía, dueño de éstos salones, empezó vendiendo carne por las calles. Ahora tiene una pequeña cadena de restaurantes y charcuterías por la provincia de Sevilla.
Hace años ya, los salones Badía estaban en el mismo polígono, pero en la misma entrada, en la media rotonda que hay ahora una tienda de cocinas.
Han cambiado de sitio de todo lo que ha crecido. Aunque antes ya era grande, ahora es el doble en cada establecimiento. Tiene dos en uno, el restaurante y la charcutería.
Toda clase de chacinas te despachan en el mostrador, además es una especie de supermercado donde encuentras productos de alimentación en general.
El salón ahora, al ser más grande, está dividido de una forma en la que todos caben, no hay agobios y hay espacio libre, no sólo se ven mesas cuando entras, como pasaba en el anterior.
Tiene gran variedad en los menús, pero lo que se aconseja comer aquí, es la carne. Toda es ibérica, igual que la chacina. El jamón, el queso y todo lo que tiene por allí, hay que probarlo.
El ambiente entre semana es más de curritos de la zona, que van a degustar su menú diariamente y por supuesto a desayunar.
Es curioso, para estar situado en un polígono industrial, como se pone los fines de semana. No recuerdo ningún día que no estuviera lleno, tanto a medio día como de noche.
Incluso los sábados y domingos puedes ir a comerte la tostadita con jamón.

La que montan aquí es de órdago. Y no me refiero a las bodas, o a otro tipo de celebraciones, que tengo entendido que también son de diez. No tengo el gusto de haber asistido a ningún evento de este tipo en este enorme salón de celebraciones capaz de acoger a más de quinientas personas.
Me estoy refiriendo a las fiestas-​cena o a las cenas-​espectáculo, como prefieras, que organizan los fines de semana por todo lo alto –empezaron siendo sólo los viernes, y ahora son también los sábados-​. El otro día estuve en una de ellas y me lo pasé como nunca.
Es, cómo te diría yo, como un cotillón de fin de año, tu cena y tu champaña, pero sin uvas, con todo el personal con ganas de pasárselo en grande, con muy buen rollo, y cada uno y una con su grupo de amigos o amigas, y todos, todas, dispuestos a conocer al prójimo o prójima –ojú, que jaleo este tipo de lenguaje en igualdad, para el que lo escribe, y para el que lo lee; ya no lo hago más, cien veces, por escrito, para que no se me olvide-​.
El ambiente, como te comentaba antes, con toda la gente con ganas de echar un buen rato, cosa fácil de conseguir porque durante la cena no pararon las actuaciones, que si un humorista, mucho flamenco, sevillanas, rumbas, hasta un total de cinco espectáculos, y una showman-​folclórica-​humorista que respondía al nombre de La Gran Ivana, que ya te puedes hacer una idea el arte a raudales que desprendíà la moza. Y amenizando las copichuelas, una orquesta, para que no nos faltara de nada.
Y la cena, lo que es comer, pues bien, qué quieres que te diga. Unas chacinitas de entradas, tu sabes, de Badía, jamoncito, cañalomo y demás, dos platos –me trinqué un cóctel de marisco y un solomillo ibérico-​, de postre, tarta, y ¡¡ojo!!, bebida sin limites durante la cena, no sé las cervezas que me tomé, y copita de cava, y todo por… ¿cuánto le echas tú, eh cuánto… Veinticinco euros. ¿Qué, cómo lo ves? ¿Que no te lo crees? Te voy a hacer un croquis, para que lo veas mejor.
CroquisResumen: Cenorra + Espectáculo = Juerga asegurada por 25euritos. Lo que venga después, a las copas que te pidas me refiero, ya es cosa tuya. Y lo demás, también. Tú me dirás si es de órdago o no el asunto.