Desde el primer día que comí en este restaurante supe que se iba a convertir en una ampliación de la cocina de mi casa. ¡Qué bueno está todo, por Dios! No puedo pensar en una tapa o ración que me haya provocado una mala sensación. Yo especialmente pierdo el sentido con los«huevos de la casa», una tapita muy original que, aunque a priori no tiene mucho de especial, el que la prueba repite con toda seguridad. Prácticamente paso la semana pensando en el sábado, que es cuando suelo ir, claro está. Joselito es un tío genial que vive para su restaurante y siempre tiene vinitos ricos, ricos, en incluso a veces te sorprende con un vinito sudafricano y cositas así. El lomo alto troceadito a la brasa es otra exquisitez a la que no me puedo resistir. Tan tierno, tan sabroso que se acaba en un santiamén… Me pregunto cómo 500 gramos de carne pueden desaparecer tan rápido de un plato.