Consagrada en el año 1123, esta joya del románico catalán ha pasado sin apenas desperfectos casi 900 años en pie. Formada por un ábside central y dos absiolos, el mural central se encuentra desde principios del s. XX en el Museu Nacional d’Art de Catalunya(MNAC) en Barcelona, para evitar el deterioro y sobre todo, la venta furtiva. La figura más importante, el Pantocrátor, es un claro ejemplo de pintura de esa época. Se encuentra justo al lado de la iglesia(y entrando desde el absiolo derecho) la torre del campanar, que con 6 pisos de altura, ofrece unas vistas sobre el valle espectaculares. Gracias a la obra social de un conocido banco, se puede contemplar una recreación en 3D de cómo estaban originariamente pintados el ábside y las separaciones con los absiolos, digno de ser visto. Destaca su fidelidad a la obra original y la grabación, de unos 10m de duración, transporta al que la ve a tiempos lejanos. Merece muchísimo la pena pagar los 5 € de la entrada.