Maravilloso. Espectacular. Memosionao al verlo. Mi experiencia se podría resumir en unas expectativas monumentales cumplidas al 100%, que no es ninguna tontería. El día comenzó ya en forma de rito. Nos pusimos el despertador adrede a las 7.30 de la mañana para no hacer tarde. La norma no escrita número 1 es que el horario del Señor Boada –y esto no es cosa mía, así lo llaman los clientes, y aún es poco porque yo le otorgaría un par de títulos nobiliarios– depende de cuándo se le termine el pan, sea esto a las 13 o a las 9. Nos perdimos. Pero al fin llegamos y allí estaba nuestro huequito en la escueta barra, entre varios señores de entre 50 y 80 años. Íbamos a pedir bacon con queso y lomo con boletus, pero al ver las titánicas proporciones de esos bocatas en vivo y en directo decidimos optimizar y juntar estos cuatro ingredientes en una sola barra para compartir. El pan, por supuesto, tenía que ir untado en tomate. El espectáculo comienza cuando el Señor Boada obra su ritual: coge una barra del cubo del pan, la mide de largo con lo que le cabe en la plancha, corta, abre, comienza a tostar el pan y los ingredientes principales(la carne y las setas), y entonces sucede el milagro: el mago Boada estira la mano y, apenas mirando de reojo, selecciona de su estantería mágica los condimentos y complementos que le irán bien a tu pedido y, quieras o no, te los añade. Pero es que es imposible que no quieras, porque Boada nunca se equivoca. Vimos este mismo espectáculo, pero con distintas combinaciones, durante la hora que pasamos almorzando y disfrutando del genial Boada. Judías, botifarras, salsa romescu, jamón, panceta. Los ingredientes bailaban a la música lenta pero firme que Boada orquestaba. De fondo, tres piezas de música clásica se repiten en bucle en un pequeño transistor. Muchas veces los movimientos triunfales de dar el último toque de condimento o emplatar(siempre en doble plato) coinciden con el apoteósico final de la sinfonía y parece hecho adrede. También con mucha ilusión asistimos a una de las famosas, ya casi folklóricas, situaciones en que el Señor Boada pierde los nervios con algún asistente que le mete prisa y lo manda a pastar con toda la educación y la pachorra del universo: «qui tingui presa, que vagi a Urgències Santa Tecla» le soltó a aquél que entró exigiendo romper su modus operandi(preparar los bocatas de uno en uno). Pero lo mejor es que, por más que se cuente, al Boada hay que ir a conocerlo para quererlo.
Elizabeth H.
Rating des Ortes: 5 Moncada y Reixach, Barcelona
Bocadillos espectaculares. Vale la pena la espera. Y el señor Boada un tipo muy agradable que hace del lugar un sitio acogedor.
Ganxet P.
Rating des Ortes: 5 Reus, Tarragona
Es un ritual en el que desayunar es la excusa para ver en acción a este pionero del«slow food». La calma forma parte del espectáculo y estando allá no osarás romperla, por lo inapropiado que resultaría. El local es un antro reconvertido en un museo donde cuelgan todo tipo de reconocimientos a su figura y recortes de prensa. El tipo de pan es normalito, los ingredientes no son supremos pero el mimo que le pone el Sr. Boada en cada paso hace que se refleje en el resultado. Apuntas el número de turno correspondiente y el bocadillo(longaniza, hamburguesa, sobrasada, tortilla, especiales con huevo, etc + complementos: tomate, cebolla, setas, patata…). Si así lo considera, el Sr. Boada te sugerirá algún ingrediente adecuado para tu bocadillo y otros te los añadirá el sin preguntar como piñones o alguna especia. Bocadillo de media barra por unos 3,5 a 5,5 €.(unos 2,5 € sólo el ingrediente principal + complementos de 0,50 € y 1,5 €). Si tienes prisa o pretendes contagiarla, mejor no vayas.
BethLu
Rating des Ortes: 4 Tarragona
el primer dia que fuimos nos cerraron porque les habia acavado el pan, pero otro dia fuimos a desayunar y joer como nos pusimos las botas. el sitio es muy peqeño pero los bocatas son riquisimos y muy bien de precio
Scound
Rating des Ortes: 5 Tarragona
Los mejores bocatas de Tarragona a muy buen precio.
Raponc
Rating des Ortes: 5 Las Vegas, Estados Unidos
Los mejores bocatas de Tarragona. Hay que ir sin prisas y no ser demasiado escrupuloso. Slow food.