Sin ser un auténtico guachinche, ya que está abierto todo el año y ofrece numerosos platos, es una opción más que interesante para probar comida tradicional y chuparte los dedos con esas chuletas a la parrilla que preparan los fines de semana. Buenos accesos, aparcamiento interior y decoración característica, hacen que este lugar sea cómodo para pasar una buena jornada. La única pega es que de repente te puedes encontrar rodeado de un cumpleaños, una comunión y dos bautizos y tú en medio de toda esa jungla festiva, karaōke incluido… A pesar de todo te sirven bien y rápido, sin descuidar la atención por muchos clientes que tengan que servir. Como siempre, venir temprano es garantía de evitar colas.