Mi padre se echa las manos a la cabeza cuando le digo: ¡Me voy a Tordesillas a por unos polvorones! Ahora, cuando regreso con una caja de kilo de dulces caseros y unos polvorones con una suavidad insuperable, se relame los bigotes. ¡Ay, Unilocalers! Es que, ¿qué son 542 km. si la dicha es buena? Recordad: Polvorones el Toro de la Vega. No querréis otros.