Bhaddar

Me encanta el Kebab de pollo, sobretodo ese del final, y aquí lo hacen muy bien, muy churruscadito. Y las salsas bien puestas, sin agobiar.
El local es grandecito para lo que estila un kebab, y da a la calle por todos lados, son su Valenbisi al lado por si te lo quieres llevar. Los dueños no destacan por una amabilidad y sonrisa que sea muy allá, pero no hace falta, el precio es justo, el servicio rápido y puedes incluso pedir por una ventanilla mientras paseas a la perra.
Vaya, me han dado ganas de volver, a ver cuanto resisto…

Mi cuñada nunca había comido un kebab. Si, a las alturas en las que estamos de s. XXI todavía no había probado este enrollado manjar mareado que nos sirven unos simpáticos muchachos que sudan a raudales por el efecto calórico del ‘bocadillo’ y por el calor que desprende la estufa que calienta el producto. Como jugabamos en su casa decidí adentrarme en este local de la calle Zapadores ya que mi kebab habitual obligaba a coger el coche.
El sitio en el que está ubicado Bhaddar debía ser un antiguo bar-​restaurante, por lo que es muy amplio. Es el más grande del barrio en el que, sorprendentemente no abundan estos negocios. Si, a dos manzanas, en Ruzafa hay muchísimos, pero no están en el mismo barrio.
En fin, que hasta allí me trasladé buscando los kebab. El precio, el de siempre, unos 4 euros (dependiendo si lo quieres mixto, con queso, más grande o pequeño). Lo más positivo es que tienes sitio de sobra para tomarte una cerveza mientras esperas, ya que se suelen formar colas. Después de esperar un poco, con el kebab en la mano me preparé para la gran prueba. ¿Le gustaría a mi cuñada? La respuesta fue positiva y repetimos en este local cuando cenamos en su casa. Además, descubrimos que tienen crepes, por lo que alguna merienda se ha trasladado al establecimiento.