Collegi Major Lluís Vives

Esta residencia de estudiantes, con comodidades múltiples y más de medio siglo de historia imprimiéndole carácter, parece un alojamiento perfecto para los alumnos de las facultades de Blasco Ibáñez, tanto para los que van a la universidad a hincar los codos como los que creen que están en la edad de empinar el codo. No he vivido allí pero sí he oí historias ocurridas en las cabinas que montaban en los pasillos cuando había elecciones para algún cargo de representación… Anécdotas propias de juntar en un mismo edificio a un montón de preadultos.
La otra cara del Lluís Vives es su papel como espacio cultural; este sí que lo he vivido de cerca. Su Auditorio Montaner (que cerrará al término del presente curso académico para ser remodelado), pequeño y de excelente acústica, presume de una programación gratuita muy atractiva, con conciertos de música clásica y de pop (he visto allí algunos inolvidables, y me he quedado fuera de otros por apurar demasiado y llegar con el aforo completo) y con la proyección semanal de una película con coloquio posterior.
La sección fílmica, con ciclos temáticos que divulgan cines oscuros o lanzan una nueva mirada sobre títulos célebres, la lleva el Aula de Cinema de la UV, de la que formé parte en mis años mozos. Yo presentaba pelis en el Montaner, así que su escenario para mí es el lugar donde aprendí a hablar en público y perder la vergüenza, que me costó. Ahora ya sólo colaboro con ellos una vez al año: doy un conciertillo de fin de curso y sigo aprendiendo a enfrentarme a las tablas. Espero que, con mis ensayos, los estudiantes que estén intentando hincar el codo en las habitaciones cercanas no acaben empinándolo, desesperados.

Como se puede apreciar en una gran fotografía que preside su hall, este colegio mayor se creo de la nada en medio de la huerta en una localización que nuestros padres aún llaman «avenida de Valencia al mar». Un compañero de carrera y sin embargo excelente amigo y compinche en bastantes aventuras vitales, no sólo vivió en él durante la carrera, sino que además acabó siendo subdirector (ocupación destinada a antiguos alumnos). Vaya que me conozco el edificio casi como mi casa; hasta el corto de prácticas de la carrera lo rodamos allí…
Su personal es muy amable y los precios de la cafetería (abierta también a no colegiales) no tienen competencia. Procuran tener una buena oferta cultural que va desde los conciertos de músicas muy diversas, a las exposiciones o la presentación de revistas; de hecho la última vez que estuve por allí fue para asistir a la presentación del nuevo número de la excelente revista de cine L’atalante. En ocasiones también acogen la actividad de un cine-​club universitario para la proyección de películas y a veces con su posterior debate.

Este colegio mayor pertenece a la Universitat de València y data de los años 50. Son muchos los estudiantes que optan por esta opción en vez de compartir piso durante sus años de universidad. Personalmente no he vivido de primera mano el estar aquí de residente aunque mi amiga Imma pasó los años de carrera viviendo aquí y siempre decía que vivía mejor que un rey.
El colegio dispone de multitud de servicios como zona de recreo común, cocina propia o incluso una piscina. Pero ahora sí, hablaré de la parte que sí he vivido, disponen de una sala de actos que está abierta a muchas de las actividades que organizan las asociaciones culturales de la Universitat de València. No es un salón muy grande pero lo bastante acogedor como para representar obras de teatro de los propios estudiantes o incluso realizar un concurso tipo Trivial.
Una vez fui a una proyección en versión original de la película Grease y después organizaron una pequeño QUIZ con preguntas «quisquillosas» sobre la misma. El premio era la edición especial del largometraje. Fue una competición de lo más reñida que al final terminó mi equipo ganando. Respondimos correctamente a la última pregunta, a ver si tú la sabes ¿de qué color era el rayo del coche que los chicos reparan para la carrera en el cauce del río?