Delirium

El codillo mola mil, pero tardan 25 minutos en hacerlo, la comida alemana es su especialidad, salchichas, ensalada alemana y puré de patatas.

Muy bueno, decoración estilo alemán, y platos típicos de este país.
También puedes comer pizza y pastas y otros platos típicos. Gastronomía ecléctica y amplia carta de cervezas.
Tabbien tranquilo para tomar café y charlar. Muy bonito y cómodo.

Si te gusta ponerte como las Grecas, y no sólo en contexto del bebercio, este lugar te parecerá lo más parecido al paraíso.
Tienen una carta basada en pizzas y salchichas alemanas, pero también hay pasta y una gran variedad de carnes a la brasa. Si todo esto lo riegas con bien de cerveza, que además puedes elegir entre más de 50 marcas de importación ¿qué tenemos? La meca de los más cariñosos con su barriga.
El precio no es bajo, pero tampoco excesivo. Además, se encuentran en un emplazamiento privilegiado, ¿os acordáis del cruce de avenidas del Entrepá, donde cotillear todas las idas y venidas del barrio? Pues esta cervecería está justo en la esquina opuesta, en otra de las desembocaduras de esas mil grandes vías que es la rotonda de Pérez Galdós.
Además de unas comidas y cenas de campeonato, mi visita más recomendada es la cervecita del domingo a mediodía en la terraza a pleno solazo. Y, para los más devotos de combinar el cuidado de la barriga con el cuidado del oído, en su interior tienen lugar de forma periódica conciertos de jazz en directo.

¿Quién ha traído a este tío? Vaya cenita nos dio, el tudesco… Cena de amigotes para contarnos cómo había ido el verano, alguno de ellos no los veía desde junio, y tuvimos que ir a cenar en un restaurante con una carta poblada de las mejores especialidades de salchichas acompañadas del primo de Voro, un pedantorro de un pueblo cercano a Colonia que había pasado un par de semanas de agosto en Benidorm y ya se pensaba que podía opinar de todo. No solo nos dio la chapa a todos, sino que además estuvo tirándole los trastos toda la noche a la pobre camarera. A pesar de todo, la chica aguantó el tipo y se comportó muy agradable con nosotros.
Primero con las cervezas, como el local tienen una amplia selección, Jürgen se dedicó a darle lecciones de cómo servirla y a qué temperatura. Yo, puñetero que es uno, me decidí por una danesa, lo que me grangeo, por suerte, su desprecio durante toda la velada. Con los diferentes tipos de salchichas, mucha variedad entre la que elegir, también se puso pesadito y para no tener que aguantarle, me decidí por unos gnocchis, que Dellirium además sirve pasta; su primo, un poco avergonzado, se decantó por la carne a la brasa, también muy rica.
Afortunadamente Jürgen no fumaba, así que, nos dio un respiro y fue el único que se tomó el café en la mesa; los demás lo hicimos en la puerta del local. El precio, razonable, y a destacar la lista de próximos conciertos de jazz que anunciaba el restaurante. Para volver.

Desde pequeña he ido a este restaurante con la familia. Es el típico sitio al que vas los domingos a comer con tus padres, tus hermanos, tus tíos, tus primos, tus abuelos… Al final te plantas con 10 personas más en la puerta para comerte una buena pizza.
Y es que cuando en mi familia alguien nombra Delirium, no hay nadie que no se apunte.
Para empezar se ganan a la parte alcohólica de la familia con su carta más que extensa y especializada de cervezas y vinos. Al resto se lo ganan con la comida porque está de muerte.
Tienen para todos. Ensaladas, pasta (mucha variedad de tipos y de salsas), pizzas, carnes, platos elaborados y postres.
Pero yo no miro el resto de la carta. Quiero pizza. Y punto. A veces he divagado por el resto de la carta haciéndome la interesante, pero siempre he acabado en las pizzas. Las he comido una vez. Ya no hay vuelta atrás. Cualquiera que te pidas estará buenísima.
Si bueno está todo buenísimo, pero y el precio? pues el precio te da la vida porque por 12 euros te comes una pizza con una bebida y un postre. ¿Para qué quieres más?