Habitualmente paso por delante del local donde se ubica El Astrónomo y cuando vi que comenzaban a hacer obras no sabía muy bien qué iban a hacer. Conforme avanzaron los días vi que era una especie de restaurante y cafetería y cuando vi la inscripción que hicieron en la cristalera de la puerta supe que me iban a conquistar. Básicamente explicaban que su nombre, El Astrónomo, venía dado por el nombre de la calle, Jerónimo Muñóz, un ídem poco conocido en Valencia, en el barrio y en la propia vía, que fue sumamente apreciado en su época, el siglo XVI. Y dejando de lado la anécdota, y entrando de lleno en lo que es El Astrónomo, decir que menuda fortuna tenemos en el barrio de tenerlo. En el restaurante se ofrece diariamente un menú a un precio más que razonable que no tiene nada que ver con lo que habitualmente podemos encontrar en cualquier lugar. Platos creativos, imaginativos, con ingredientes de primerísima calidad y una elaboración más que contemporánea. Todo en un local concebido siguiendo las corrientes actuales, con mobiliario de su padre y de su madre, paredes por alisar y un sinfín de objetos dispares colocados por todo el local. Como ejemplo, un rollo de papel que queda a la izquierda conforme entras. Si uno se fija, puede ver que era una lista de cosas que hacer cuando montaban El Astrónomo. Todo genialidad.
María P.
Rating des Ortes: 5 Valencia
Cada vez que en el barrio abre un bar estupendo, se me salta un botón de la camisa de pechopalomidad. Es algo incontrolable, que estudiosos de todo el planeta han querido estudiar, lo del orgullo patraixero. Este local en concreto lo conocí por Instagram, así es el amor en tiempos del 3G. Era verano y de la nada apareció una nueva cuenta que se dedicaba a poner a diario estampas un tanto hipsters de comidas y bebidas. La curiosidad llevó al cotilleo y la sorpresa vino cuando descubrí que, efectivamente, y como ellos mismos acuñan: «Hay vida más allá de Ruzafa». Aunque es igual de bonitísima, pero sin dar repelús. Lo primero que llama la atención es la calle en la que está. ¿En serio a nadie antes se le había ocurrido montar un bar con terraza en esta pedazo de acera? Como vecina, he visto esta calle a lo largo de los siglos(al menos un cuarto del último) y nunca ha tenido nada remarcable, más allá de comercios de toda la vida y bares de los de barra Stick Stack. El primer punto del partido llega con esos arbolitos, esa sombra amable, ese calor hasta-en-diciembre que da Valencia. Sin embargo, el interior merece una visita, y de hecho en el caso de este local he pasado más tiempo dentro que fuera, porque su marcador de acogedorismo está en explosión inminente. La decoración, llena de aleatoriedad medida y guiños cómplices al observador, dejo que la descubráis vosotros. Vayamos con la mandanga. Una página de carta. GRACIAS. ¿Para qué más? En el mismo folio, ensaladas, tapas y principales, al plato o entre dos panes. Las especialidades, marcadas con una sutil línea de boli. No he probado sus carnes, pero sí puedo asegurar que aquí viene uno y se marca una cena a base de raciones espectacular, con un epílogo de rebufos de placer en vez de gritos de sorpresa al ver la cuenta. Platos obligatorios según la OMS(no hagáis caso a los últimos bulos que corren): — Morcilla de Burgos, a veces la sirven acompañada de salsa de mojo. Unos medallones que ya quisiera yo ser sargenta para engancharme de la solapa. — Bravas. Sé que muchos sois detractores de los básicos mainstream. Os prometo que éstas tienen un nosequé que quéséyo. Igual es algo subjetivo, pero a mí, si me dejan la piel en la patata, me llega a la ídem. — Croquetas. Dicen las malas lenguas que son congeladas(¿acaso lo casero no puede conservarse así?) pero la verdad es que, si de normal una croqueta de matriarca sabe a comerte un plato de cocido de un bocao, éstas, por tamaño y por materia prima, son lo más parecido a irte de torrá sin luego oler mal 48 horas. También he probado y recomiendo: la parrillada de verduras, la provoleta y el pulpo a la brasa. Imprescindible rematar con uno de sus postres caseros(ojo, 3 de 4 llevan bien de chocolate) y, por no salir de casa, regar con un buen vaso de vermú traído de algún hogar de Pedralba. El datito, para los de fuera, es que el bar adopta por nombre la profesión del señor que protagoniza el rótulo de esta calle, don Jerónimo Muñoz, célebre astrónomo valenciano. No sé si sería del mismo Patraix, pero si en el siglo XVI le hubiera dado por venir a jalar aquí, habría encontrado una forma de ver las estrellas mucho más gratificante.
Pilar M.
Rating des Ortes: 5 Alcala de Henares, Madrid
El Astrónomo es ese sitio en el que te tomarías el desayunarías, tomarías el aperitivo, comerías, echarías la tarde con una buena lectura y un café e incluso cenarías. Básicamente porque lo que te ofrecen a mí siempre me ha parecido de calidad, presentado con mimo y delicadeza, y la atención del personal es Increíble. Tienen terraza tranquila para la zona que es pero el diseño interior te sorprenderá. Una mezcla entre vintage y apilamiento de cosas que tampoco desentona tanto. Y lo más gracioso, tienen un papel en el que van apuntando todas las mejoras que van haciendo. Una forma muy guay(creo) de decirte que invierten en el sitio para que estés más cómodo 10 Para comer te recomiendo algún arroz. Para merendar un rico café con una tarta casera es lo oportuno. Para cenar o picotear las bravas son de lu-jo! No Sé, es un buen sitio que espero siga impresionándome tanto como hasta ahora
Joan C.
Rating des Ortes: 5 Valencia
El Astronomo me pilla cerca de casa y poco a poco se está convirtiendo en mi sitio de cabecera. Si me cuadra el horario, no dudo en tomar allí un café(buenísimo) aunque también he comido alguna vez. El sitio tiene una decoración que a alguna gente le puede parecer extraña, personalmente me recuerda a los sitios que vi en Berlín donde el mobiliario es reciclado/fabricado por ellos mismos, todo con bastante gusto y utilizando todo tipo de objetos de la zona, así como plantas, también hay estanterías con libros, no acerté a ver un cartel anunciando bookcrossing, pero no me extrañaría nada. El Astronomo tiene ese rollo«alternativo» tan de moda ahora, pero con un punto de realidad. Se nota que las cosas no están gastadas para parecerlo, están gastadas porque no son nuevas. Cada mesa es distinta y algunas ni siquiera son mesas, lo cual tiene mucho encanto. Tiene mesitas, sofás, mesas altas, barras… Además, tiene un montón de soluciones realmente creativas en decoración y ningún problema para tener, por ejemplo, un enorme listado de «cosas que hay que hacer» y que van tachando conforme las hacen. La verdad es que cuando estoy allí me siento como en casa. Ya he mencionado que el café está muy bueno. No, en serio, muy bueno. Da gusto tomar buen café en mitad de Patraix en un sitio que simplemente ofrece un buen café y no lo usa como estrategia de marketing. Además, no es para nada caro. La comida está buena, he probado varias tapas y todo está riquísimo sin ser caro. Como con el café, da gusto encontrar un sitio en medio de Patraix donde se hacen las cosas bien, con cariño. Se nota que la sobreutilizada coletilla«cocina de mercado» no es broma, es real. Tan real que a veces se ve por allí el dueño y casi diría que cuando no está en El Astrónomo, está en su huerto. Además de buenas tapas y una carta más que correcta, los domingos hacen Arroz con Bogavante por 15 €(mínimo 2 personas). Muy recomendable pedir un par de tapas y este arroz ya sea en su terraza o en el local. La atención es buena, siempre nos han atendido con una sonrisa y ganas de hacerlo bien. Tal vez algo«amateur» pero más que suficiente para disfrutar de lo que ofrece El Astrónomo. Nota: No estás en Ruzafa, El Astrónomo juega en otra liga muy superior. Una liga en la que se hacen las cosas porque te apetece hacerlas así, te nace, no porque el barrio está de moda.