Es una bar simpaticote, agradable, de los de tomarte unas bravas y una caña en una terracita tranquila, en medio de una calle peatonal y con una zona verde delante que te separa del tráfico. Hace ya años que lo descubrimos, llevaba poco tiempo y nos llamó la atención su fachada y el aspecto de nuevo así que decidimos probar a celebrar aquí uno de mis cumples. El local es pequeño pero como era verano la terraza fue la perfecta opción. Lo primero que tengo que decir era que todo estaba muy bueno pero que la mitad de la gente se quedó con hambre. Fue una cena a base de patés, pan con tomate y otras cositas que no recuerdo, para mi estuvo muy bien, pero a tres o cuatro ‘hombretones’ les faltó el bocata. Hace tiempo que no vamos por lo que no sé como seguirá el tema de las cenas. Con lo que me quedé fue con la atención, fueron muy amables, gente muy maja de la que guardas un grato recuerdo. ¡Ah! un detalle, tienen wifi gratis.