Isabel

Llevo yendo a este horno desde hace más de 30 años.
Creo que han perdido calidad y se pasan bastante con los precios.
El pan solía ser lo mejor del barrio pero ya no es como antes, aunque sigue siendo casero.
Siempre consideré que tenían los croissants más ricos y más grandes. Ahora, no sólo son más pequeños, pero siempre que me compro uno está seco y duro. He desistido. Lo mismo pasa con los mini croissants y enseimadas.
Las empanadillas de pisto siguen estando muy buenas pero también parecen haber perdido bastante relleno. Solían ser más contundentes.
Ahora también hacen comidas para llevar, y he de decir que son excepcionales (paella, arroz al horno, lentejas, etc.) PERO, las porciones son tan pequeñas que si no me llevo dos, me quedo con hambre. Y considerando que tienen los mismos precios que las casas de comidas para llevar, no sale nada rentable.
Las palmeras de chocolate siguen estando buenísimas y algo que se agradece (y mucho) es que abren los domingos, algo no muy habitual en Valencia.
Si no vas andando, olvídate de aparcar.
No puedo darle más de tres estrellas, aunque me gustaría.
Lo que no ha cambiado es la amabilidad con la que te tratan. Y eso también se agradece mucho.

El Pan que sabe a Pan.
Lamentablemente las panaderías de hoy en día se dedican a hornear masas congeladas que luego no saben a nada.
En esta panadería he encontrado pan que sabe a pan de verdad, el de toda la vida.
Os recomiendo las Espigas, que es una barra de pan estrecho y largo, con una miga hueca y esponjosa (no apelmazada), con harina de verdad. También tienen pan de pueblo y otro tipo de panes.
Mi madre que ha sido hornera en sus tiempos mozos y ha hecho mucho pan dice que es el mejor pan del distrito con diferencia.
Mi almuerzo preferido los sábados por la mañana es un trozo de fuet con una Espiga de Pan de este horno.
Brilla su escaparate con coca de llanda, empanadas, tartas, pasteles y ahora también comidas caseras para llevar.

Había quedado con un amigo por mi zona de scouts (un poco antes de llegar a la Cruz Cubierta). Antes de salir de casa se me antojó algo dulce pero no tenía nada de bollería en casa. Pensé que moriría de hambre… ¿qué iba a haber abierto un festivo? Pero Isabel no me falló. Nunca había ido. Mi amigo (que vive al lado) que él tampoco solía ir porque no terminaba de gustarle. Pero yo entré igual.
Lo cierto es que no sé por qué no le gusta. A mí me apreció un horno-​pastelería normal y, a primera vista, bueno.
Tiene tartas, pasteles, bollería, frivolidades saladas y pan.
Yo me decanté por cinco cruasanes pequeñitos rellenos, por supuesto, de mucho chocolate. Creo que cada uno me costó 0,40 €. Podría ser más barato la verdad pero y lo bien que me sentó…

De camino a casa de Ramiro, un compañero de facultad, conocí el Horno Isabel.
Andaba con hambre hacia su casa, y teníamos por delante mucha tarde (y algo de noche) hasta que termináramos el trabajo final de Sociología.
Ante el sopor que me generaba la asignatura y lo tedioso de la empresa pensé que sería mejor comer algo y no desfallecer de inanición.
Yo mido la categoría de las panaderías por el saber hacer de sus palmeras de chocolate. Porque es el dulce que me apetece «a todas horas». Me hice fan de Isabel rápido, rápido. Wow, qué buenas! Y es que la palmera de chocolate no falla, porque muchos pueden conseguir que el recubierto de chocolate sepa bien y esté rico, pero en un alarde de apostar por la capa exterior se olvidan de que la masa es lo importante. Muy pocos consiguen dejarla crujiente. Los del horno Isabel sí.
Suspendimos la asignatura, lo que no sé si me entristeció o agradecí porque volví varias veces a comprar la palmera allí. Ahora vuelvo a pasar y la sigo comprando (igual de buena que hace tres años), aunque vaya a recoger a Ramiro para irnos por ahí.

Mi hermano y su novia viven justo enfrente de este histórico horno-​panadería. Una tarde me invitaron a merendar y les acompañé a Isabel. Me pareció una panadería bastante grande, con gran variedad de pan y de dulces. Me recomendaron la caracola de chocolate. Buff!!! Inexplicable placer el que invadió mis papilas gustativas. Según me explicaron, inyectan con una jeringa el chocolate caliente para que no pierda esencia el curasán. Imprescindible de tastar para los amantes de lo dulce.
Algún domingo que he dejado a mi hermano después del fútbol, he visto el horno abierto y he comprado una barra. Aunque no destaque mucho la barra, sí que es reseñable que esté abierto un domingo por la tarde. De hecho, suele verlo lleno estos días y toca hacer un poco de cola.
Aunque no soy muy «llepol», las tartas que sobresalen en el mostrador tienen una pinta brutal. Y de precio, el habitual en este tipo de comercios. Entiendo que sea el horno de referencia de mi hermano y mi cuñada.

Desde que era pequeña siempre he tenido el horno Isabel enfrente de casa. Mi madre solo acudía allí a por pasteles, decía que el pan no le gustaba, manías personales. Pero las manías también se pegan y el caso es que yo tampoco compro el pan en este horno, pero sí puedo hablar de sus pasteles.
Son los típicos, xuxús, bombas de chocolate, de hojaldre rellenos de crema, de turrón…Normalmente comprábamos cuatro de los grandes e íbamos cambiando. Según mi punto de vista no destacan especialmente y prefiero acudir a otras panaderías aunque estén más lejos.
La ventaja de Isabel es que abre los domingos por lo que cuando no te apetece desplazarte mucho más acudes a por el pan o a por algo de desayunar. Una vez compramos una bolsa de curasanes un domingo y estaban bastante secos, parecían del día anterior, así que no hemos repetido.
El local está muy bien, con un llamativo escaparate, en un lado lleno de tartas de todos los sabores y en otro muchos peluches que llaman la atención de los niños. Una vez dentro un mostrador en ele con el pan enfrente y los dulces al lado, al fondo se atisba el horno con su olor inconfundible.
Un horno de toda la vida que, como pasa siempre, tiene sus clientes fieles y otros, como yo, que pasan de vez de cuando pero nunca convencidos del todo y es que, claro, no es el tuyo, manías personales

Una panderia grande, bastante variedad de pan y también hay mucha variedad en dulces, suele estar llena los festivos y hay varias personas atendiendo para intentar agilizar el asunto.