Millares

Frecuenté el Millares durante mucho tiempo; era el bar más cercano a la oficina. Su dueño, Ángel, tenía siempre piropazos para las chicas y chascarrillos para los tíos, y la camarera, Alicia, nos deslumbraba día a día con sus dos obras de arte: el maquillaje de sus ojos y la espuma del café.
Cuando un bar así forma parte de tu día a día, acabas apreciando a sus gentes y las joyitas de su cocina: la pulga de longaniza, queso y tomate, el cruasán pasado por la plancha (guarrada exquisita donde las haya), o unos macarrones al horno cien veces mejores que el resto de platos.
Con la crisis llegaron las subidas de precio en el Millares (creo que ya han cambiado de estrategia) y una cafetera a la oficina. Y entonces te das cuenta de que, algunos días, lo que te activa no es el café sino la pequeña excursión a la vuelta de la esquina, el ruido y el ajetreo de un bar en el que estás en familia.

Por fuera parece un bar normal y corriente. Y por dentro lo es.
Sus tapas, a simple vista son normales y corrientes. Cuando las pruebas lo son.
Sin embargo, a la hora del almuerzo, la gente que trabaja por el alrededor elige en su mayoría este bar, que casi se desborda de gente. El trato con los clientes habituales es entre familiar y colegueo, me gusta. Puedes pedirte, como en todos los sitios, bocadillos, medios bocadillos o la novedad del sitio: una pulguita. La pulguita no es más que un panecillo relleno de lo que tú quieras, así si tienes antojo de dos cosas, puedes combinar y pedirte una de cada.
Cositas a mejorar: Hay mucha clientela y es frecuente que te traigan cosas que, no son exactamente lo que habías pedido. Igual se les olvida ponerle el tomate, o te han puesto patatas… ese tipo de cosas, nada grave, vamos.
También hay que decir que no hacen «precio». Es decir, no hay una oferta como en otros bares tipo «Bocadillo + Café + Bebida por 4 € (por poner un precio)».
Hoy he ido a comer con los antiguos compañeros del sitio donde hice las prácticas. He pedido medio bocadillo de atún con aceitunas y tomate rallado y un refresco de cola (señores de la marca más importante de refrescos de cola, si me hacen una oferta, cambio la nomenclatura de refresco de cola por la de su producto). A esto añadir que los cacahuetes y las aceitunas los pone la casa. He pagado 3,30 €. Esto sólo lo pongo para que os podáis hacer una idea.