Santa Catalina

Mi lugar de merendola favorito cuando estoy por el centro y me apetece tomar y disfrutar de una deliciosa horchata con fartons. No solo es un lugar emblemático y con historia, sino que además han sabido mantenerlo y cuidar al cliente, aunque no con un trato personal, sí con un producto fresco, natural y de calidad.
No solo disponen de horchata, también disponen de refrescos, pero esto no es lo más normal tomar en este local.
Si lo que buscas es un buen chocolate caliente, también podrás disponer de el, aquí. Delicioso chocolate espeso que podrás degustar con unas churros ¡OJO! ¡Pero no pidas buñuelos! ya que no tendrás, y es que este es el motivo por el que no le he puesto cinco estrellas a esta pastelería, chocolatería, que yo más bien denominaría, (Horchatería — Chocolatería «sin buñuelos») ;-)
P.D.: Si quieres disponer de Internet para hacer chek-​in, quédate próximo a la puerta o a las ventanas, ya que en el interior y planta superior, hay muy mala cobertura.
P.P.D.: No aceptan tarjetas de crédito.

Si uno está por el centro de la ciudad y piensa bien en chocolate con churros o bien en horchata con fartons, piensa en Santa Catalina. Y si piensa todo eso con un regusto clásico y de toda la vida, con más razón.
A los pies de la torre campanario de la iglesia homónima al establecimiento, nos encontramos un ancho pasillo como entrada que nos conduce hasta un gran salón interior, poblado de mesas con superficie de mármol, patas de hierro y sillas de madera, con la barra al fondo y la cocina a la izquierda. En la planta superior, otro salón.
Básicamente, lo que podemos encontrar en Santa Catalina es horchata artesana con fartons tradicionales para mojar, un rico chocolate con churros –de los finitos, claro, que lo otro son porras aunque a veces se confunda el nombre – , bunyols de calabaza y, por descontado, cafés. Además, también venden no sé si todo el año, pero al menos en invierno sí, turrones, tabletas de chocolate y otros dulces.
El servicio es rápido, te atienden en la misma mesa y te cobran al traerte la comanda, entiendo que por una cuestión organizativa y práctica, ya que pese al personal abundante, siempre está todo lleno. El precio no es que sea barato, pero acorde a la zona, no se puede pedir demasiado en ese sentido.
Recomendable, yo soy de los que va unas cuantas veces al año.

Me parece un sitio muy especial
Porque me gusta caminar por el centro y en especial por la calle de la Paz, y tras un recorrido por el centro … un buen chocolate … y para casa.
No voy mucho porque no hay que abusar del chocolate, quizá por eso cada vez voy es especial y mi recuerdo anterior me da más ganas de ir…

This café served the best Horchata I’ve had throughout my trip in Spain! The drink itself originated from Valencia and if it wasn’t for the slow and inefficient service, I would give this place a 4.5. The Horchata was served with just the right amount of sweetness and nutty flavor. The interior of the café was also well maintained and ornamented.

Old-​school purveyor of horchata, fartons and churros con chocolate. It’s like stepping into a time machine. Horchata here is different from the Mexican/​Central American one; it’s made from tigernuts (chufa) rather than rice, which makes it milkier and sweeter. Speaking of sweet, how ’bout the chocolate served with churros! It’s a thick sauce meant for dipping but definitely saw a few adventurous diners sipping it at the end. Prompt, professional staff and table service. Portions are larger than expected to great to share. Prices are very reasonable. Ambiance is like an upscale cafeteria, with colorful mosaics on the call, checkered black and white floors, and the steady hum of folks flowing in and out. Great for groups and couples alike. Highly recommended.

My family and I visited this place for breakfast and had churros and chocolate. They were great! We also got fartons and horchata. They were delicious!

Mis primeros buñuelos en el famoso rincón de «Santa Catalina» la verdad es que me dejaron buen sabor de boca. Seguramente los he probado con mayor intensidad de sabor, pero estaban perfectamente crujientes, como a mí me gustan.
La experiencia del lugar es sin duda un punto a su favor. Repetiré.

Santa Catalina! Que Puntuación darle a «UN DE TODA LA VIDA! » … Pues un 10!
Vivimos en un mundo donde nos rodean las franquicias y los productos pre-​cocinados pero cada ciudad guarda su esencia en establecimientos y/​o bares, tal y como la guarda Valencia con Santa Catalina.
Productos de calidad y de elaboración artesanal!
Ahora en fallas, donde nos rodean los buñuelos de fritanga, los churros grasientos y los chocolates hechos con agua, merece la pena hacer cola en Santa Catalina.

En mi opinión, el precio está en la media; el servicio depende mucho de cuán masificado esté el local en ese momento: siempre es atento y educado, y la rapidez depende de si hay mucha o poca gente, las tardes señaladas hay incluso cola en la puerta. Para mí, lo que queda peor son los buñuelos de calabaza, francamente mejorables. Sin embargo, para ser un establecimiento «carne de guiris» por su ubicación estratégica no está nada mal.

Uno de los lugares más típicos de la ciudad. Uno de los locales de toda la vida. Si eres de Valencia habrás ido más de una vez.
Famoso por sus chocolates y buñuelos… Siempre está lleno. Quien no ha ido en navidad o fallas?! Es que es un punto de visita obligatoria.
El local es muy grande, tiene dos plantas y hay una capacidad tremenda. Sus paredes están revestidas de azulejos haciendo alusión a lo tradicional valenciano.
Los camareros nunca son suficientes para tanta demanda, por tanto el servicio es un poco lento. Sus precios no son los más económicos, pero teniendo presente su privilegiada ubicación no es de extrañar.
Ofrece bebidas calientes, frías, bollería… Justo a pocos pasos, podemos encontrar su panadería (se llama igual).
También cuentan con una terraza en la calle, con vistas hacia la Plaza de la Reina y la calle La Paz.

Si vienes a Valencia no puedes dejar de visitar Santa Catalina. Un lugar emblemático situado en un entorno más emblemático aun. Si vas en los meses de febrero o marzo a merendar chocolate con buñuelos, lo más seguro es que sea difícil encontrar sitio, porque suele estar hasta la bandera. Si vas en verano te suelen ofrecen el farton de chocolate. Para mi eso no es un farton, me sabe como cuando le llaman paella al arroz con cosas. Vaya, que si quieres la auténtica horchata con fartons evita el chocolate. Siempre que he ido han sido rápidos en tomar nota y traerte lo que has pedido. Salvo cuando he ido en temporada fallera que es cuando más desbordados van, ahí tardan un poco más. Por lo demás es un local que conserva la esencia de cuando se fundó, allá a finales del siglo IXX, y de estilo muy valenciano. Sillas de madera, mesas de marmol y forja, así que si os molan los sitios modernetes este no lo es.

Santa Catalina is one of the two shops specializing in Spanish horchata – a sweet, milky, refreshing drink made with water, tiger nuts, and sugar in Valencia.
Just as a custom, fartons was ordered to accompany horchata which is a confectionery sweets typical of the Valencian town of Alboraya, Spain. Farton is make of sugar, flour, milk and egg was made to dipped in horchata.
I guess my Unilocal friend must have done his research as he knew exactly what he wanted when we arrived at Santa Catalina for an afternoon snack.
As usual, I want my hot chocolate with churros. Here the hot chocolate is not for you to drink but just to dip the churros and made it into some serious sugary goodness!
The decoration at Santa Catalina is as classic as it can get. Love the ceramic tiles and every little details.

Confieso que la horchata me encanta y no siempre tengo la oportunidad de tomarla. Tuve la oportunidad de viajar a Valencia con unos amigos, y, dando una vuelta a la ciudad acabamos en este sitio, que por lo que nos contaron, es el sitio por antonomasia para tomarla, con sus fartons (¿se dice así?). Un buen combinado.
Es un local en dos plantas, aunque no subí a la segunda, la baja parece muy tradicional, un poco rancia a mi gusto, pero supongo que es lo que tienen las ambientaciones tradicionales, nunca llueve a gusto de todos…
El trato al cliente es excepcional, las camareras que nos atendieron se encargaron de que no nos faltara de nada, y yo, por curiosidad, pregunté cómo se hacíà la horchata. La chica fue un segundo dentro y trajo un plato con chufa, nos explicó que la horchata se hacía moliendo la chufa, disolviéndola en agua y añadiéndole azúcar, nos dejó comer las chufas y nos hizo una foto, vamos, que se nota que tienen verdadero interés en que el cliente quede satisfecho con su visita. (por esto le doy las 5 estrellas), y con nosotros lo consiguieron, aún sabiendo que somos de fuera y que probablemente no volveremos para allá.
El emplazamiento es genial con unas vistas fantásticas, aunque se echa de menos una terraza o unos veladores, que es difícil conseguir por el tamaño de la calle.
La horchata buenísima, cómo no, nunca la había comido con los fartons, y estaba deliciosa. Lo recomiendo, mucho, aunque supongo que por ser un sitio turístico es un poco caro.

Cualquier tiempo pasado fue mejor.
Los dos pisos repletos de mesas vacías sólo aportan tristeza a lo que, probablemente, fue el lugar de moda años atrás.
Sobran camareros, supongo que esa será la razón por la que los precios son desorbitados (casi 10 euros por dos granizados de limón y una horchata?).
Alguien debería recordar eso que dicen de «renovarse o morir».

Parada y fonda obligada cuando visitas Valencia, sobretodo si sois lechuzones, es decir, golosones. Horchatería con solera donde las haya.
Que no te amilane la cantidad de gente que hay, ni las señoras de cierta edad empujándote con la teta para alcanzar antes que nadie esa mesa que ha quedado libre. Si os soy sincera, a mí me genera cierto estrés eso de estar a la caza de la mesa. ¿Que no podrían poner a una persona que lleve un poco de control en la entrada?
Y es curioso, porque el local es estrecho con varias mesas en el pasillo de entrada, pero luego da paso a un salón repleto de ellas. Vamos, que no es pequeño.
¡Ah!, pero merece la pena. ¡Ya lo creo que sí! La decoración a la usanza de la huerta valenciana de «tota la vida», las mesas de estilo rococó, la refrescante horchata con sus deliciosos fartones, o el reconstituyente chocolate con buñuelos de calabaza en invierno…
El ambiente que se respira, mezcla de guirys y de señoras de la terreta es único. ¿Os lo vais a perder?

Sowohl mein Reiseführer als auch unsere Reiseführerin hat uns diesen Ort empfohlen eines der Nationalgetränke die «Horchata» zu probieren.
Naja von außen wirkt es im Inneren finster und daher nicht so einladend. Außerdem war ich skeptisch ob mir die Milch aus Erdmandeln wirklich schmecken würde.
Im Inneren erwarten dann einem schöné Kachelbilder und eine typische spanische Kellnerin (nicht so gut gelaunt). Obwohl es in der Umgebung einige Horchaterias gibt, wird man hier in vergangene Zeiten versetzt. Ist eher für nicht so schöné Tage geeignet, da es draußen es nichts zu sitzen gibt.
Die 4 Sterne habe ich allein schon dafür gegeben, da ich die Horchata selbst sehr lecker gefunden habe.
Daher empfehle ich unbedingt jn Valencia eine Horchata zu probieren!

No soy muy fan de esta horchatería. Y es que al estar en el centro de Valencia, todo el mundo acaba allí tomando chocolate con churros y buñuelos o una horchata con fartons.
Obviamente al ser valenciana conozco sitios mucho mejores y con el mismo encanto que tiene este local.
¿Ventajas?
Se encuentra en pleno centro de Valencia, y es una de las más antiguas que conozco. El producto no es malo.
Así que si venís con prisas y queréis disfrutar de algo típico, este sería uno de vuestros sitios.

¿Eres valenciano y no conoces Santa Catalina? ¡No esperes más! Imponte un duro castigo, te lo mereces. Si no eres valenciano y no la conoces, muy mal, ¡pero ve corriendo, ya, estás tardando! Si alguna vez existió el Paraíso, en cada esquina debería haber una réplica de este local.
En este local podemos presumir de la existencia de un trocito de cada cosa que nos hace únicos como pueblo.
Lo primero: su nombre; Santa Catalina, que hace referencia a la iglesia que está al lado. Después la cerámica típica valenciana, cuya cuna está situada en el municipio de Manises; desde la entrada se pueden apreciar, a ambos lados, dos bloques grandes de cerámica que retratan a la perfección las torres de Santa Catalina y el Miguelete; en la parte superior uno todavía más grande anunciando el nombre del local y sus años de historia.
En cada rincón del local se respira historia, tradición y recuerdos; desde sus mesas y sillas –muchas de ellas forjadas en metal con losa de mármol blanco; antigua como la vida misma – , hasta la forma que tiene por dentro el local, dejándose mostrar cómo eran las casas señoriales valencianas; que su simple estructura permite adivinar cuando vamos recorriendo el local y ascendiendo o descendiendo por sus múltiples plantas.
En cuanto a gastronomía, que es el objeto principal: en verano podemos degustar el oro líquido valenciano servido en su punto y con un sabor exquisito, podemos decidirnos también por algún granizado de frutas –en especial está buenísimo el de limón – , por la leche merengada –que también está de muerte– o por algún helado casero; y acompañar con los típicos fartons o rosquilletas, o con cualquiera de los múltiples pastelitos típicos de muchos rincones de la Comunidad Valenciana, que aunque no sean tan populares como la horchata y los fartons, también están buenísimos. En invierno podemos evadirnos del húmedo frío valenciano con una buena taza de chocolate –con diferentes variantes, a elegir– caliente con churros o buñuelos; es lo típico, pero la opción de elegir otros pastelitos diferentes siempre está, cuestión de experimentar.
Vayas cuando vayas siempre hay gente; en verano ponen terraza en la calle, que también se llena. Y creo que si la terraza ocupara la calle entera y la Plaza Redonda se llenaría también. En las plantas superiores es donde más sitio suele haber, que a la gente parece que lo de subir escaleras, si no son mecánicas, como que no.
¡Qué ganas de ir me están entrando!!!

Quizá sea la horchatería más «turística» de todas… y lo entiendo, porque es una horchatería digna de ver y de probar.
Fartons excelentes y horchata genial, alicatado tradicional con una temperatura fresquísima durante el veranito que me anima a entrar y quedarme un rato mientras observo a turistas, locales, extraños y propios ordenar las susodichas horchatas naturales o mixtas.
Triunfazo para ir acompañado de «forasteros» que la desconocen. Me gusta mil.

It’s crazy to think that a place has been around for a couple hundred years. Santa Catalina sits across the Plaza De La Rejna from the Valencia Cathedral. It’s a small cafeteria, ice cream shop and vendor of horchata de chufa which i was here for. For a few euros you get a slightly sweet, really refreshing drink. Totally hit the spot consider the warm sunny day it was, fighting through the tourist ridden plaza.

Our Gap tour guide took us here so we could sample Spanish horchata. It was pretty good (creamy with strong bean flavor). My only prior reference to horchata has been Mexican horchata so the Spanish version seemed kind of bland.
Spanish horchata doesn’t come with the spices. ;(
Other people in the group who had been in country slightly longer than the rest of us had better horchata in other parts of Spain. I think it’s worth a try to have the original drink in the birth place of the drink.
It was a unique experience and I would recommend this place to other travelers who want to try Spanish horchata.

Con el frío polar que está haciendo estos días, qué mejor manera de entrar en calor que con un buen chocolate caliente, y ya si viene acompañado de buñuelos, pues mejor que mejor!
He de reconocer que nunca había entrado en Santa Catalina y que, por dónde está situado y la fama que tiene, tenía un miedo atroz a salir de allí con la panza llena pero con un riñón menos.
Barato baratísimo no es, está claro, pero es un precio muy pagable por entrar en calor y disfrutar de una merendola de invierno.
Me alegró mucho mucho que el chocolate no lo sirvieran volcánico… es decir, que se pudiera probar al llegar a la mesa. Y es que no hay cosa a la que tristemente esté más acostumbrada que a pasarme 25 minutos soplando una taza de café o chocolate mientras los demás se relamen los labios disfrutando de su merienda. La temperatura exacta, calentito, pero sin abrasar, y perfecto para entrar en calor.
Los churros y los buñuelos muy buenos también, aunque he de reconocer que en algún otro local de Valencia los he probado mejores…
El servicio rápido y atento pese a tener el local bastante lleno.
Muy contenta con haberme quitado el miedo a entrar y decidida a volver a hacerlo si este aire gélido no se marcha pronto de la ciudad!

I had great expectations of this place. Since it’s the oldest horchateria there must be a reason why they managed to stay open all these years. Unfortunately, my expectations were not met.
I got a glass of horchata (they’re an horchateria in the first place) fartons. My sister (yes, she uses chuff beans) makes better horchata than this place. The fartons was nothing to write home about — it’s like a long ensaimada without the buttery and sugary topping — but with powdered sugar on top instead. I wanted to get an ensaimada too but my server looked like either she was having a terrible day or she was constipated.
I’m willing to give them another try though.

I don’t know Spanish so all I said was churros and chocolate, lol. The waiter knew exactly what I wanted. The churros were fresh and crunchy! The hot chocolate was thick and oh so tasty! I felt like every fiber of my being stood at attention after the first sip. I dipped my churros in that chocolate and savored every last bite. Sadly, I couldn’t finish the hot chocolate with all it’s richness.

An old horchateria in Central Valencia. Horchata is a refreshing drink typical of the Valencia area, made by a root (Chufa) that grows in the area around the city. While you can drink it in almost every bar, and find some trolley around the city selling the drink and the beans to make it by yourself, Santa Catalina is one of those typical places where you can combine the flavor of the old Valencian lifestyle with some sip of this special beverage. They also have a good selection of churros, another local product, like a fried pastry. Locals use to deep one end of a churro into a glass of horchata and eat it. Same in the Winter, but deeping it in a hot chocolate. Something that needs to be tried!

Son fallas, estoy cansada de andar y ver monumentos. Tengo frío y apetece sentarse en algún lugar cómodo y confortable.
Sigo andando, no digo nada. Mi pareja me mira y sonríe, sabe perfectamente a dónde le llevo.
A Santa Catalina a tomar un chocolate caliente con buñuelos de calabaza.
Antes de entrar siempre me quedo mirando la fachada. Azulejo valenciano que ha pernamencido impasible durante casi dos siglos. En la entrada una gran losa de mármol, que nunca ves cuando entras con prisa, informa que hubo un día que una reina se tomó una horchata.
Así es Santa Catalina, cerámica de Manises y mármol.
Conseguimos mesa, en medio del bullicio propio que siempre acompaña el local. «Dos chocolates medianos y 6 buñuelos».
Pongo mis manos heladas en la caliente loza de la taza del chocolate. Está como a mí me gusta. Ni muy dulce, ni muy amargo, y bien espeso. Para comer con cuchara.
Los buñuelos de auténtica calabaza, al darles un mordisco, todavía se pueden los trocitos entre la masa. Deliciosos y calentitos. Y con mucha azúcar.
Sonrio, ya he entrado en calor, ya estoy recuperada para seguir con otra caminata. Ya se ha cerrado el círculo.
Sta. Catalina es uno de esos lugares que de no existir, a Valencia le faltaría algo.

La iglesia de santa Catalina, con su torre del S XVIII, novia del Miguelete, la torre de la catedral que la mira desde enfrente, da nombre no sólo a la Parroquia, también a la zona, a una administración de lotería y a una chocolatería — horchatería, la más visitada y conocida de Valencia entre los visitantes de fuera que se acercan al centro y las visitadoras de los lunes de San Nicolás.
En todo el mundo es conocido, y si no es que no has estado en Valencia la del Cid si no en alguna otra, es conocido decía, el gusto valenciano por el azulejo dibujado y el alicatado, incluso tenemos un par de museos que hablan de ello alto y claro. La entrada de esta chocolatería lo proclama a voces, con la imagen esmaltada de las dos torres, una a cada lado de la puerta, mirándose tan amorosas como las reales. Un cartel sobre el dintel aprovecha también unos cuantos azulejos para presentarla a todos.
El local es una antigua casa de varias alturas. Tiene un aspecto tan retro que la primera vez que entré tuve la visión de aquel bar de La Colmena, la del café con mesas hechas de losas de mármol blanco apoyadas en patas de hierro trabajado. Todavía hoy me lo sigue recordando.
Para tomarnos el algo que queramos podemos elegir la parte de abajo o la de arriba. Abajo hay más gente, por la pereza de subir las escaleras, y en la parte de arriba siempre hay sitio, pero pueden tardar un poco más en subir a tomarte nota. Mejor así, porque tenemos tiempo de decidir entre las varias disyuntivas que se nos plantean: horchata o chocolate, buñuelos o churros, fartons…
Los domingos, Santa Catalina hierve con la actividad de la plaza redonda, del mercado de la pulga o del simple paseo dominical. Los lunes hierve también, pero con ecos diferentes.
La fauna de los domingos es más ecléctica, cualquiera entra y cualquiera cabe: familias, jubilados, turistas, abogados, falleras, lagarteranas de la tienda de Nela…
La del lunes, es la que vuelve de pedir un deseo a San Nicolás y tres a San Judas Tadeo. Paran aquí si les va el chocolate o la horchata, a reponer fuerzas por el camino andado y reunirlas para el que queda, el cual, si cumplieran a rajatabla la tradición y las normas para conseguir ese deseo, deberían hacer calladas. Pero ya te digo yo que no lo hacen, así que el pobre San Nicolás lo tiene bastante difícil para ir por ahí cumpliendo deseos, por eso se empeña a conciencia un solo día al año, el de Navidad y ya.
El resto de la semana el público es más joven. Hay multitud de academias por la zona y muchos estudiantes se reúnen aquí, porque les gusta, porque caben todos, porque se pueden juntar las mesas e ir agrandando el grupo.
Los días falleros, los festivos locales, cabalgatas, fiestas de guardar y folclore en general, Santa Catalina es a Valencia lo que Coca-​cola es al refresco: la marca que identifica al concepto.

Si viene tu amigo «guiri» a visitarte y te dice «quiewo probawr la howrxata con fawrtons» llévalo a Santa Catalina porque es el sitio de Valencia por excelencia. Es un trozo de la esencia de Alboraia en medio de la ciudad.
Aunque de casa me pilla lejos, recuerdo celebrar un fin de curso hinchándome a fartons allí. Ya ves, con nada me conformaba, pero el que es valenciano sabe diferenciar un buen producto autóctono.
Cuando más fiesta es, más lleno está, por lo que te recomiendo que vayas entre semana (una semana normal, laboral) que tienes sitio seguro.

En la plaza redonda, redonda,
hay una chocolatería
donde va la gente maja
a tomar con alegría.
Chocolate con churrillos,
horchatita con fartones,
es un sitio muy bonito
justo al lao del Miguelete.
Hace ya doscientos años
que el azulejo valenciano
cubre sus finas paredes
¡y hasta aquí esto para ustedes!

Horchatería veterana en el centro de Valencia, al lado del Miguelete y la Plaza Redonda, dejando aparte Alboraya que es donde se hace la Horchata, es una visita imprescindible, para tomártela con fartons, o en invierno tu chocolate con churros calentito.
La decoración nos transporta a los tiempos de cuando nuestros padres tenían nuestra edad o menos aún, eran unos renacuajos.
Aún siendo un local en pleno centro histórico y en una ruta turística, no es excesivamente caro, además se está tranquilo (salvo en fallas que está a reventar).