Toscana

Menos mal que no publiqué el comentario a la primera de cambio, pero, vayamos por partes:
PARTE 1: Cena para grupo en junio. Motivo de la cena: graduación de los alumnos de 2º Bachillerato. Grupo de 7 mesas, cada una de 10 personas aproximadamente, es decir, un grupo numeroso, muy numeroso, pero el local es mucho más grande y no estaba lleno. Entonces, ¿por qué esos fallos?
De entrada, llevaba unos años sin entrar y, mi sorpresa fue que habían reformado el local, incluso aparentaba ser más grande de lo que ya era. La sala reservada era lo suficientemente grande para todos nosotros. Menú cerrado, a falta de concretar en cada caso el plato principal (pizza o pasta). 16 € por barba, con bebida (cerveza, sangría y agua ilimitada) y postre incluido no está mal. Sigamos.
Para compartir cada 4 comensales: ensalada con «de todo un poco», que si huevo, tomate, lechuga, atún,… y patatas ¿bravas? con chorizos. Y digo bravas porque las dos salsas las sacaron en salseritas. ¿Por qué no hay fotos? Porque cuando saqué el móvil ya le habían metido la zarpa mis compañeros de mesa. Mi pizza elegida: barbacoa. Sí, un poco churruscadita, sin masa apenas, fina, pero dura y difícil de cortar. Casi pedimos tijeras y eso que los cuchillos eran de trinchar carne, que si no, no sé cómo la hubiéramos cortado. Y de postre, queso con arándanos. En general, nada del otro mundo.
¿Y dónde están los fallos? Sencillamente, no entiendo que en un local con capacidad al 50% si llegaba esa noche, cuando todos mis compañeros de mesa ya nos habíamos terminado el postre, aún quedaban 2 ó 3 mesas de mi grupo a los que no les habían sacado las pizzas. Eso demuestra una falta de previsión en la cocina tremenda, o querer abarcar más de lo que eres capaz. O no ser capaz de gestionar grupos tan numerosos.
PARTE 2: Comida de Navidad de mis compañeros de departamento. Visto es resultado anterior, dudaba de esta comida, pero una de dos, o 23 personas no es lo mismo que 70 (o más) de la vez anterior, o la diferencia de precio del menú elegido se notaba, o la diferencia de edad entre los comensales también se notaba, o el hecho de haber avisado que algunos compañeros tenían prisa se notó, o no sé qué conjunción astral se juntó. En cualquier caso, en esta segunda ocasión he podido mejorar mi opinión y, volver a pensar que, aún siendo caro para lo que comimos (pizzas para terminar no es ningún plato de 5 estrellas Michelín), no es una mala opción a tener en cuenta, eso si quieres acabar un menú con pizza.

Este restaurante ha mejorado con los años y con la crisis, se ha sabido amoldar bajando precios y no calidad. Cambio de regente pero manteniendo cocina.
Es cojedor y de precio calidad esta bien, para ir con la familia como para reuniones mayores.
Tiene una pequeña terraza que actualmente te sirven y como es natural se puede fumar.
Personal cualificado, y limpios, servicio rápido y puedes disfrutar sus platos típicos italianos., no recomiendo nada en particular y al mismo tiempo lo recomiendo todo.
Precio justo y esto hoy en día es difícil
Recomiendo.

Las dos últimas ocasiones en las que he terminado comiendo en este restaurante ha sido nada menos que en una graduación y un bautizo, así que puedo decir que es un lugar especialmente agradable para este tipo de eventos multitudinarios, pues tiene cinco salones distintos y las masificaciones que tanto odiamos algunos se hacen bastante llevaderas.
Además, saben gestionar en condiciones su enorme aforo y para ello han dispuesto diferentes opciones pensadas especialmente para grupos. Se trata de menús para compartir que, a partir de 17 € por persona, son una buena manera de hacer una cata variada de las múltiples posibilidades que ofrece la carta: pizzas, carnes, pasta, ensaladas, pescado, quesos, montaditos y, por supuesto, postres.
Si lo que prefieres es disfrutar de tu pizza individual, el precio no está nada mal, pues todas rondan los 7 €, incluida las de marisco, no como en otros sitios donde el hecho de poner una sola gamba sobre la masa ya dispara el contador. En este restaurante también son muy fans de echarle en el centro un huevo.
Mención especial a la pizza de ¡morcilla!, perfecta para pedir si tienes al lado uno de esos amigos pesados con su dieta.

Este restaurante italiano está en la zona por la que me suelo mover más, en el antiguo mercado de Abastos, y cerca de la calle Juan Llorens. Siempre que he ido ha sido con grandes grupos, no sé porqué, pero lo veo un sitio ideal para cumpleaños, celebraciones… será porque el local es muy amplio y no veo el ambiente muy íntimo.
Las pizzas, hechas a leña, están buenísimas. No te transportan a Piazza Navona por su sabor (si es que has estado en Roma), pero de verdad que en Valencia serán de las pizzas más buenas, recomiendo la que se llama Toscana. Un poco pequeñas para mi gusto, pero si pides platos para compartir, sales muy satisfecho. De segundos además de pizzas puedes elegir carne o pescado, o por supuesto pasta, si te decides por esto último y te gusta el queso no dejes de probar la lasaña cinco quesos.
De entrantes y para compartir te puedes pedir desde unas bravas o unas croquetas a una milhoja de verduras y foie o una ensalada; sin olvidar platos típicamente italianos como una tabla de quesos y paté o las perlas de mascarpone (una exquisitez). Esta fusión es de lo que más me gusta del Toscana, no se limita a la cocina italiana sino que hace una mezcla de cocinas con la que acaban acertando.
La carta de vino es bastante amplia y no sólo en vinos tintos, como para en muchos restaurantes, sino que hay la misma variedad de tintos, que de blancos que de rosados. Para los amantes del vino blanco esto es una alegría, porque en la mayoría de restaurantes hay tres hojas de vinos tintos diferentes, y sólo cinco variedades de blanco. En el Toscana pasarás tiempo decidiendo qué vino tomar.

Este es un restaurante clásico de Valencia (junto al Villaplana, ubicado justo enfrente), llevan más de 20 años cocinando, y será por algo. En la carta hay de todo, pero las especialidades del sitio son la pasta y las pizzas. Yo siempre prefiero esta segunda opción, así que no puedo hablar ningún otro plato, porque cuando vengo aquí me pido pizza, y me gustan todas, especialmente la Primavera y la Cuatro Quesos (muy convencional, yo).
En la carta de vinos hay de todo, poco sofisticados, pero siempre ofrecen alguno bastante bueno, así que sobre gustos…
El sitio es enorme, tiene un montón de salones (de varios tamaños) para grupos, por tanto es una buena opción para las celebraciones familiares y de amigos, además ofrecen menús especiales para esas ocasiones.
La decoración es normalilla pero acogedora y los precios son muy competitivos, así que es una buena opción para cualquier día.