Situado en Parquesol, sirven comida típicamente francesa, destacando los quesos que sirven. Se trata de una comida aromática y sabrosa, demasiado fuerte en algunos casos, pero que suele gustar a todo el mundo, ya que no está excesivamente especiada. El precio es lo peor, un poco caro para mí gusto, pero una economía normal se lo puede permitir de vez en cuando. El ambiente es más bien romántico. Han intentado aprovechar el mito de restaurante romántico, de parejita, íntimo El servicio es bueno, es un lugar muy tranquilo y se disfruta mucho de la velada. Nunca llevaría a los niños, ya que si arman escándalo se va a notar muchísimo.